Me habría gustado conocer al juez Stevens, de Poughkeepsie.
Le presentaron para que lo juzgara a un hombre que robó joyas en el escaparate de una tienda. Había tomado un ladrillo; quebró la vidriera con él, y sustrajo luego lo robado.
El abogado defensor alegó que su cliente estaba ebrio cuando cometió aquel robo. No se le podía condenar, por tanto, pues en ese momento no había conexión entre su cerebro y el brazo con que rompió el cristal.
-Tiene usted razón, abogado -concedió el juez Stevens-. Condeno únicamente al brazo a 18 meses de prisión. El resto de su cliente decidirá si sigue al brazo o no.
Me habría gustado conocer al juez Stevens, de Poughkeepsie. Sabía que a veces la mejor forma de responder a un sofisma es con otro sofisma.
¡Hasta mañana!..