Dijo el clérigo Fulánez:
-Yo represento a Dios. Él habla por mi boca. Lo que yo digo es como si lo dijera Él. Aquéllos a quienes yo condene serán condenados por Él, y sólo aquéllos a quienes yo ofrezca salvación estarán salvos. En nombre del Señor ataré y desataré. Mi voluntad será la suya. Interpretaré su palabra, y mi interpretación será la única que valga. Fuera de mí no podrá haber salvación.
Un día le llegó el día, y murió el clérigo Fulánez.
Le dijeron a Dios:
-Está aquí el clérigo Fulánez.
Y preguntó el Señor:
-¿Quién es el clérigo Fulánez?
¡Hasta mañana!..