Murió el arquitecto Gómez Lara. Murió mi amigo Alfonso.
Llegó a Saltillo cuando joven -era capitalino- y la ciudad le gustó para vivir. Y para pintar. En acuarelas magistrales le dio a la Catedral más inmortalidad de la que tiene.
Vivió intensamente. Sabía del buen comer, del buen beber y del buen todo lo demás. Tenía eso que llaman "ciencia de la vida". Mejor aún: tenía arte de la vida.
Hay en la sala de mi casa un cuadro suyo. En él se mira un bosque desolado. Pero se ve a lo lejos una pequeña casa, y en su ventana hay luz. La puerta de la casa está abierta, para que entre por ella el caminante.
Él ya llegó a la casa. Él ya llegó a la luz. Guardamos su recuerdo. La vida es fugitiva, y sin embargo hay quienes hacen que se vuelva eterna. En su vida y en sus cuadros Alfonso Gómez Lara pintó la eternidad.
¡Hasta mañana!...