"... Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado.
"Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
"E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad...".
El encargado de hacer el censo le preguntó al empadronador:
-¿A todos los inscribiste en el censo?
-A todos -contestó el hombre-. Me faltó solamente registrar a un niño que nació en un pesebre de Belén.
-¡Bah! -respondió, displicente, el funcionario-. Niño más, niño menos...
¡Hasta mañana!...