El padre Soárez terminó de poner el Nacimiento en su capilla. Le preguntó Jesús:
-¿Por qué no pones también el árbol de Navidad? ¡Son tan bonitos!
-Ésa es una costumbre extranjera -dijo el padre Soárez.
-Para mí no hay extranjeros -replicó Jesús-. Anda, pon también un pino con esferas y foquitos de colores. Recuerda que en estos días me hago niño, y a los niños nos gustan mucho las luces y el color.
Suspiró el padre Soárez, y fue a traer un pino. ¿Quién puede resistir los deseos de un niño? Puso el árbol junto al Nacimiento, y lo adornó.
-Pero no tengo estrella -dijo.
-Ésa la pongo yo -ofreció Jesús.
Tomó la más pequeña estrella de todo el Universo, y la puso en el pino. La gente la veía lucir, esplendorosa, y preguntaba al padre Soárez:
-¿Dónde compró la estrella, padre?
Y respondía él:
-No la compré. Me la regaló un niño.
¡Hasta mañana!..