El presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, inicia la segunda mitad de su sexenio en medio de un complicado entorno económico, político y social, y con una cada vez menor credibilidad ciudadana respecto a su capacidad para resolver los graves problemas que México enfrenta.
La semana pasada se publicaron varias encuestas sobre la evaluación del desempeño del primer mandatario luego de tres años de gobierno, en las cuales, en términos generales, dista de salir bien librado. Por ejemplo, según la encuesta de Berumen y Asociados SA de CV, la calificación en noviembre del trabajo de Calderón se ubicó en un promedio de 6.56, la calificación más baja en lo que va del año.
En cuanto a la aprobación de la labor de titular del Ejecutivo Federal, los datos no son distintos: casi la mitad (48.9 por ciento) de los entrevistados opinó que el país va por "mal camino", mientras sólo el 27.1 considera que va por "buen camino". El dato más revelador quizá sea el relacionado con la expectativa de la ciudadanía: para un 54.9 por ciento de los encuestados Felipe Calderón ha hecho menos de lo que esperaba. Es decir, más de la mitad de los ciudadanos se sienten decepcionados con el desempeño del presidente.
Lo grave del asunto es que esta creciente percepción negativa de la figura y trabajo del primer mandatario es sólo el eco de la situación en la que se encuentra el país. Y es que, contrario a lo prometido por Felipe Calderón en campaña hace tres años y medio, México sigue siendo un país inseguro, corrupto, poco productivo, de nulo crecimiento económico y con más desempleados y pobres.
En su discurso para celebrar sus tres años en el poder, Calderón presentó un paquete de reformas con el que pretende sacar al país del atolladero en el que se encuentra. Lo cierto es que la falta de consenso político, que ha prevalecido desde el sexenio pasado entre los partidos, no deja mucho espacio para la esperanza. Si, como lo señaló la Coparmex la semana pasada, el presidente no ha logrado dar al país un rumbo definido que le permita crecer y mejorar la calidad de vida de los mexicanos, la apuesta de dejar en manos del Congreso el progreso de la nación se antoja poco prometedora y hasta inútil, hay que recordar lo que pasó con Vicente Fox.
Con todo esto, el balance de la primera mitad de sexenio no puede ser positivo. ¿Será consciente el presidente Calderón de esto? Le quedan sólo 3 años para demostrarlo con acciones.