Populares. Hombres de rostro cobrizo, risueños, bajitos y algunos entrados en kilos, lucen elegantes trajes y arrancan aplausos entre el público que se da cita en uno de los barrios más emblemáticos de la moda chola, la Garita de Lima.
La paz, bolivia.- Una populosa calle en el corazón comercial de La Paz se transformó en pasarela para jóvenes indígenas y mestizos que inspirados en la moda internacional buscan imponer nuevos diseños para las fiestas folclóricas del año. Para ellos, el presidente Evo Morales es modelo de buen vestir.
Hasta ahora son conocidos los desfiles de pasarela de las cholas bolivianas con sus abultadas faldas multicolores, sombreros bombín, enaguas de encaje y mantas bordadas, pero esta vez los hombres también buscan destacar desde la moda en el competitivo mundo indígena urbano.
No son modelos profesionales los que caminan por una corta pasarela, tampoco altos, ni rubios. Son de rostro cobrizo, risueños, bajitos y algunos entrados en kilos, pero lucen elegantes trajes y arrancan aplausos entre el público que se ha dado cita en uno de los barrios más emblemáticos de la moda chola, la Garita de Lima.
El grueso del comercio en La Paz está manejado por estos hábiles comerciantes cuyos padres o ellos mismos han migrado del campo y han alcanzado su sueño en la ciudad.
Es en las fiestas folclóricas, sobre todo del "Señor Jesús del Gran Poder" que se celebra cada junio, que derrochan lujo y "confrontan su poder económico y prestigio social en busca de ascenso" en una sociedad aún marcada por prejuicios raciales, dice el antropólogo Milton Eyzaguirre.
Morales, que para muchos de estos jóvenes es un modelo a seguir, impuso hace tres años un hito en la moda mestiza con sus elegantes trajes negros de hilo de alpaca y bordados indígenas diseñados por un prestigiosa modista.
De tanto uso comercial el saco con ribete de bordados indígenas pasó de moda en La Paz, mas no en la vecina El Alto, una ciudad más indígena donde los hombres prefieren casarse con esos trajes. Pero aún en los sectores populares paceños mantiene popularidad el cuello circular del saco, como suele usar el mandatario, dice Juan Carlos Pinto, de Diseños Pinto.
Entre estos indígenas más mestizos no hay tabú y lucen sin prejuicio también el esmoquin, aunque es menos popular. Y para probar Javier Montecinos sube a la pasarela con uno de esos trajes en color oscuro y una faja guinda en la cintura y arranca aplausos, así como algunos murmullos, entre los parroquianos que lo comparan el abuelo de "Los locos Adams", la popular serie televisiva de los años 60.
Cincuentón y dueño de Javier's, Montecinos dice que tuvo un comienzo duro en una familia de mineros pobres.
"Hemos sufrido mucho, somos de la clase media baja pero nos hemos superado", relata.
Tiene una mediana empresa -un taller con 20 operarios- y confecciona un promedio de 60 trajes de hombre al mes con costo promedio equivalente a 200 dólares cada uno.
"No veo revistas de moda, ni la tele ni el Internet. Mis diseños los saco de mi mente y no tenemos nada que envidiar a la moda francesa o italiana", afirma al tiempo que muestra un traje claro con un saco de ocho botones con ribetes y cuello corto. Será su diseño para las fiestas folclóricas, donde es costumbre que la banda de músicos vista el traje del mismo color y tela.
Para probar su ingenio muestra un pantalón talla 40 que puede transformarse en talla 42 y hasta 44, para que el usuario no tenga que descartarlo si engorda.
"Es mi modelo transforme", dice.
Pinto es más joven. Comenzó a los 15 años como ayudante y hoy a sus 29 es dueño de un taller con 10 operarios. Muestra una de sus innovaciones: un saco largo, recto, elegante, cuyo cuello se desdobla en dos.
"Puedes tener un saco con cuello de camisa y si quieres lo cambias a cuello circular y es como si tuvieras otro saco", explica.
Su esposa Julia Mamani, de 27 años, es su mano derecha. Luce una dentadura con dientes de oro. También comenzó como ayudante.
"Trabajamos en la casa. Ahora tenemos un taller, hay altas y bajas en este negocio pero mi marido ha progresado", dice Mamani. Asegura que es más difícil confeccionar un traje de hombre que de mujer y que ella puede hacerlo en dos días.
Como ellos hay 140 sastres en este barrio, afiliados todos "a la Asociación de Sastres y Modistos productores". La mayoría están lado a lado en esta calle, donde se improvisó la pasarela del jueves. Ellos se quejan por una norma del gobierno que permite la importación de ropa usada que los está destruyendo.
Poco más de la mitad de los casi 10 millones de bolivianos son indígenas o tienen ese origen. De ellos, la mitad vive en las ciudades y la otra mitad en el campo. Por efecto de las migraciones cada vez son más los indígenas citadinos.
Sus bailes folclóricos y su comercio han dado a esta ciudad un innegable rostro indígena-mestizo. Conquistaron la ciudad con su fiesta del Gran Poder y la ciudad de apoderó de ella como su mejor expresión de cultura popular, dice Eyzaguirre.
JAVIER MONTECINOS,
Dueño de la tienda de ropa Javier's, Montecinos