Desde 2006 a la fecha en Torreón se han aplicado alrededor de 227 millones de pesos en el rubro de seguridad pública. Sin embargo, esta suma no ha sido suficiente para que vivamos seguros. Por el contrario los delitos, de todo orden, se han disparado.
Tan sólo en 2008 en Torreón se invirtieron más de 90 millones entre recursos federales, estatales y municipales. La cifra es histórica porque en la Administración de Guillermo Anaya, la cifra alcanzaba los 20 millones, cinco que eran aportados por el Estado y el resto por el Municipio. Sin embargo, 2008 ha sido el año más violento en la historia reciente de la Comarca.
¿Entonces el dinero ha sido insuficiente para detener la inseguridad?, una primera respuesta sería afirmativa, pero el debate debe centrarse en que si sólo con dinero podemos enfrentar como sociedad a la delincuencia, ya que hasta el momento el derroche no ha servido de mucho.
La mayoría de los recursos se ha aplicado en comprar balas, patrullas, cursos de capacitación, sin embargo nada se ha destinado a educación y a programas sociales de prevención.
Hasta el momento, en todo el país, el paradigma para enfrentar la violencia ha sido generar más violencia, lo que ha ocasionado miles de muertos y sobre todo terror en la sociedad.
La "mano dura" hasta el momento ha impedido diferenciar la delincuencia organizada de los actos delictivos producto de jóvenes excluidos de la sociedad, esta falta de diferenciación ha impedido la generación de políticas públicas eficaces para enfrentar el problema de la inseguridad.
En medio de este tipo de violencia que va desde un asalto bancario hasta los homicidios, así como las fachadas llenas de graffiti, actualmente los habitantes de Torreón (y de toda la Comarca Lagunera) vivimos atemorizados. Esta situación nos desgasta y va contra uno de los principales derechos humanos que es el vivir sin miedo.
Más allá de lo impactante que puede resultar una balacera, la delincuencia en cualquiera de sus manifestaciones genera todo tipo de daños para la sociedad.
Bernardo Kliksberg, economista argentino especializado en pobreza y desigualdad y asesor principal de la Dirección del Programa de las Naciones Unidas, afirma que además de las vidas que se pierden como consecuencia de la criminalidad, también representa una gran pérdida de bienes materiales debido a que distorsiona los presupuestos presionando a los gobiernos a gastar en seguridad "en lugar de realizar inversiones prioritarias en desarrollo humano, y por los cuantiosos costos intangibles, imposibles de medir, derivados del hecho de vivir con miedo".
Por otro lado la investigadora Allison M. Rowland, comenta que "por el lado económico, la percepción de inseguridad implica que las empresas asuman costos más altos de producción, y que los inversionistas desplieguen cierta reticencia para invertir en la región". Lo que se traduce en la nula llegada de inversiones y por ende el aumento del desempleo.
En México, a pesar de que se ha avanzado en materia macroeconómica, es un país con una gran desigualdad social donde la pobreza no sólo se traduce en la falta de dinero, sino también en el nulo acceso a la salud y a la educación. Es en la pobreza donde las sociedades generan un caldo de cultivo propio para la delincuencia.
¿Cuánto dinero de los 227 millones que ha utilizado Torreón en la compra de armas lo hemos utilizado para bajar los índices de delitos cometidos por jóvenes que están excluidos del sistema educativo y del mercado de trabajo? Dichos jóvenes en el futuro se convierten en los líderes de bandas del crimen organizado.
En Centroamérica en una encuesta realizada sobre el fenómeno de los Maras Salvatruchas una de las preguntas básicas a los jóvenes era: ¿Por qué usted está en una mara?, a lo que la mayoría respondió: ¿Y dónde quiere que esté?; el sentimiento de pertenecer a "algo" motiva a muchos jóvenes a ingresar a una banda de delincuentes.
Muchos teóricos hablan de la necesidad de invertir en programas de prevención, donde como sociedad se construya un "capital social".
Por desgracia, faltan esfuerzos conjuntos de todos los órdenes de Gobierno para cambiar la forma de abordar el tema de la seguridad, el cual se ha convertido en un botín preciado para pelear en la arena política y ganar así elecciones.
El tema de la seguridad tiene varias aristas, sin embargo vale la pena reflexionar si la estrategia de violencia por violencia nos está llevando a algún lugar como sociedad. Y es que mientras existan en México grandes niveles de pobreza y desigualdades la violencia siempre estará presente ante la falta de incentivos para crecer en el mundo de la legalidad.