Ayer se dio la noticia de la muerte, en un hospital de Barcelona, de Omar Bongo, presidente de la República de Gabón, país petrolero situado en el Centro de África. Era el último espécimen de una generación que depredó y saqueó sin descanso a ese continente: la de aquellos que, habiéndole dado la independencia a sus países, liquidaron las infantes democracias y se quedaron con el poder para aprovecharlo en beneficio de su enriquecimiento personal, el de su familia y sus allegados. Cuando murió, Bongo llevaba 42 años como presidente. Gabón es un país pobre. La fortuna que deja Bongo es inmensa.
La de Bongo es una historia que, como decíamos, se va a repetir una y otra vez en el Continente Negro… lo que explica el porqué del atraso de tantos países africanos. Cuando las potencias europeas le dieron la independencia a sus colonias, con frecuencia éstas quedaron en manos de camarillas que se perpetuaron en el poder, acallando a la Oposición y usando el tesoro público como su propiedad personal. En algunos casos, las celebradas en 1960 o 1961 han sido las únicas elecciones dignas de ese nombre.
Cuando Gabón obtuvo su independencia de Francia, en 1960, quedó como presidente un viejo líder tribal llamado Léon M’Ba. Éste hizo vicepresidente a Bongo en 1967, y luego procedió a morirse. Con ello, Bongo heredó el poder y no lo soltó hasta que un ataque cardiaco acabó con su vida en Barcelona.
La permanencia en el poder de Bongo se debe, en parte, a que supo presentar un rostro benigno. En lugar de asesinar a la Oposición, como solía ocurrir en África, Bongo la cooptaba o compraba, gracias a los ingresos obtenidos del petróleo. Permitió concesiones a petroleras francesas y de otros países europeos para congraciarse con los antiguos amos. Especialmente Francia estaba encantada con Bongo, ya que no sólo propiciaba la operación de las petroleras francesas; sino que era muy buen comprador de todo lo galo. Se calcula que Bongo tenía en Francia 39 propiedades de lujo, 70 cuentas de banco y al menos 9 automóviles de colección. Sólo estos últimos se tasan en dos millones de dólares. El palacio presidencial de Gabón costó 500 millones de dólares. La señora de Bongo compró un departamento parisino en el año 2005 por la modesta cantidad de 3 millones de euros (arriba de 55 millones de pesos): el típico listado de los cleptócratas de África, que viven entre lujos ridículos mientras sus pueblos se debaten en la miseria más abyecta.
Esa ostentación hizo que algunas ONG’s francesas demandaran a Bongo por saqueo del patrimonio de su país. Como según él Francia no hizo lo suficiente para defenderlo, Bongo optó por curarse en España del mal que lo llevó a la tumba. En teoría, los juicios abiertos en Francia por corrupción continuarán. Pero quién heredará la Presidencia (¡Y las propiedades!) todavía está en veremos. Lo que es indudable es la herencia de saqueo y rapacidad del último déspota de la primera generación de los mismos, responsables en gran medida del lamentable estado del Continente Africano.