Hace dos meses, tuve la fortuna de ser una de las presentadoras del libro Palabra de Mujer, que recoge fragmentos de historias de vida de 100 mujeres laguneras a través de la entrevista radiofónica. Su autora, Marcela Pámanes, sin duda la mejor entrevistadora de la Comarca Lagunera, explora sus intereses y obsesiones sobre el quehacer femenino comarcano.
Pero, ¿por qué recoger la experiencia de las mujeres? Quizá parezca lejano el año de 1975, cuando se derogaron leyes que no permitían participar a la mujer en la vida pública antes de la celebración del Año Internacional de la Mujer en México; por ejemplo, una de ellas obligaba a la mujer a pedir permiso a su esposo para trabajar. Sin embargo, representa poco tiempo para la visibilidad y manifestación que las mujeres hemos adquirido en la sociedad. Y no es que las mujeres de antes fueran inactivas: sabemos que el trabajo que hacían nuestras abuelas y bisabuelas atestigua lo contrario, sino que su labor se confinaba al ámbito privado, doméstico y por ende, no era valorado. En este sentido el libro cobra significado pleno porque da cuenta de la presencia femenina en la Comarca Lagunera, en terrenos como la enseñanza, la cultura, el deporte, la política, el servicio y las empresas y profesiones. Como Marcela lo dice en la introducción, pretende "dar el crédito necesario a las mujeres como agentes de cambio en la sociedad actual".
¿Cuáles son los temas que ella explora en sus interrogadas? Uno de los más interesantes se desprende de la pregunta: "¿Cuna es Destino?" Parece querer encontrar la fórmula educativa para la formación de las nuevas generaciones; la receta que desarrolla la voluntad para alcanzar retos, metas o éxito, este último como lo entiende una de las entrevistadas, "la satisfacción de las propias expectativas". Las respuestas son variopintas, pero si algo se puede deducir, es que la familia es un soporte imprescindible, una base permanente, una cisterna de seguridad. Casi todas exaltan a las familias en el sentido amplio, no sólo las de madre-padre. Hay quien dice "tuve la bendición de pertenecer a una familia preocupada por el estudio y por las letras", otra señala, "crecí en una familia con muchos valores". Una resalta: "mi mamá nos crió estando divorciada, tuvo que sacarnos adelante". Se observa una nostalgia por los valores que esas familias supieron inculcar con el ejemplo, como la disciplina, la honradez, el trabajo y el servicio, que se consideran como verdaderos legados. En un mundo donde "tener más" sintetiza la regla de oro del mercado, se estima que los padres formaran en austeridad o en los valores del ser. Una de ellas lo resume así: "rico no es el que tiene mucho, sino el que necesita poco". Las familias enseñaban a sus hijas a ser humildes y a compartir lo que Dios da, lo que se advierte especialmente en aquéllas dedicadas al servicio.
En muchas entrevistas aparece un aspecto poco resuelto: salir a trabajar implica ciertas tensiones, la principal es la culpa experimentada por dejar a los hijos solos, con los abuelos o en guarderías. La mayoría señala el enorme esfuerzo que implica perseguir un equilibrio, a veces no logrado, entre las labores cotidianas, el trabajo y el cuidado a la familia. De ahí Marcela hace una pregunta obligada "¿cómo le has hecho para sortear tus múltiples facetas? ¿cómo para administrar el tiempo?" Una de ellas sintetiza la experiencia de las mujeres latinoamericanas, de lo que no podemos abstraernos en la Comarca Lagunera: "la manera en que está organizado el mundo, y nuestro mundo latino en particular, nos impone muchos roles de los cuales no podemos liberarnos y nos obligan a multiplicarnos para adquirir otros adicionales". Ciertamente, la sociedad se recarga en las mujeres. Las interrogadas mencionan correr todo el día desde temprano para llevar y traer niños, trabajar, estudiar y hasta explorar aspectos que nutren, como la espiritualidad.
Un común denominador, casi podría decir de todas, es el orgullo de ser laguneras y su preocupación por la comunidad a la que con esta colaboración, hemos visto crecer. Algunas se han interesado en la política, pero otras más por la polis, en el sentido más amplio. Será importante hacer estudios que profundicen en las dinámicas que han generado estos cientos de mujeres en la Comarca, pero puede asegurarse que es otra la realidad cultural, educativa, política y social que se experimenta actualmente debido a su participación. En lo particular, las entrevistas de mujeres dedicadas al servicio son las que más me conmovieron, porque de antemano ellas han sido "movidas" por la injusticia, por las necesidades de los que más sufren. En muchos casos han experimentado dolor por pérdidas personales, pero han sabido reconocer, con mucha valentía, que su problema es también el de otros y otras: trabajan así por los invidentes, por los que no tienen techo, por niños con graves problemas de salud, por ancianos que padecen Alzheimer, por gente enferma que necesita de una sonrisa, por mujeres que necesitan ser escuchadas
La autora también quiere saber si sus examinadas han encontrado dificultades por su condición de género. Las respuestas son interesantes: la mayoría niega haber padecido las limitaciones que muchas mexicanas siguen sobrellevando en su vida cotidiana, tanto en el hogar como en el trabajo; sin embargo, también mencionan la autolimitación impuesta, desde el fuero más interno, producto de la educación tradicional.
Si bien parece una obviedad, es necesario decirlo: la experiencia de estas 100 mujeres que conformamos el libro de Marcela, dista mucho del resto de las mujeres en nuestra región y en el país: la mayoría hemos tenido una familia que nos ha impulsado y hemos formado otra que nos apoya o tenemos comunidades de referencia en las que encontramos albergue; también hemos disfrutado de la oportunidad de estudiar y la grata experiencia de trabajar en lo que nos gusta y apasiona. Pero no es la realidad de la abrumadora mayoría de las mujeres. No obstante, las entrevistas despiertan el aprecio por las oportunidades de las que hemos gozado, y que nos conducen necesariamente al compromiso de esforzarnos en la construcción de una sociedad más justa.
El libro que Marcela Pámanes y GREM ponen a nuestro alcance, logrará su objetivo y éste es en palabras de la autora, la posibilidad de que las vidas que se exponen "pueden servir de modelo, porque sus conocimientos nos nutren y al aceptarlos nos convertimos en mejores personas, porque nos allanan el camino del aprendizaje o nos invitan a definir rumbos, porque al provocar la admiración hacia ellas provocamos también las ganas de crecer y ser".
Auguro éxito para este libro y otros próximos (todavía tiene 200 entrevistas que esperan publicación) porque como dice una de las entrevistadas, "nadie puede saber cómo una palabra puede cambiar la vida".
lorellanatrinidad@yahoo.com.mx