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Mujeres en huelga de hambre

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

Aminatou Haidar comenzó la huelga de hambre en que hasta el día de hoy persevera, el 15 de noviembre, hace exactamente un mes. Ayuna en el aeropuerto de Lanzarote, en las islas Canarias (la ciudad donde vive José Saramago, por más señas). El gobierno de Marruecos le impidió retornar a la población del Sáhara occidental donde vive y practica un intenso activismo por la independencia de la no reconocida República árabe saharahuí.

Una semana después de la decisión de Aminatou Haidar, a diez mil kilómetros de distancia once mujeres mexicanas, trabajadoras del organismo público Luz y Fuerza, del que las echó una arbitraria decisión gubernamental, iniciaron también una huelga de hambre: Elena Colín, Teresa Figueroa, Cielo Fuentes, Judith García, Mónica Jiménez, Carla Ledesma, Evelyn Muñoz. Iris Olvera, Isabel Pérez, Alejandra Rojas y Diana Sánchez, quedaron a partir del 23 de noviembre sujetas a una dieta de agua, miel y suero. Su propósito fue protestar por el decreto de extinción de la empresa en que prestaban sus servicios. (Al día siguiente, compañeros suyos, cinco nomás, empezaron un ayuno semejante). Al cabo de 17 días, el 9 de diciembre, todas y todos suspendieron la huelga de hambre. Isabel Pérez lo había hecho con anterioridad por la muerte de un familiar. Lo hicieron ante el pedido expreso de la secretaría de Gobernación, y en la creencia de que con ello se abriría la posibilidad de un diálogo que eventualmente condujera a una negociación. Una semana más tarde no se consuma todavía esa posibilidad.

Mónica Jiménez, portavoz de sus compañeras, dijo al auditorio de la "Plaza pública" de Radio Universidad, cuando le pregunté por el riesgo en que ponía su vida, dijo que de todas formas la extinción de su fuente de trabajo, el despido de que fue víctima, la colocaban ante el peligro de morir de hambre por la falta de su salario. Y que ante tal consideración estimaron mejor exponer su vida luchando que padecer resignadamente los estragos de la cesantía forzada y la falta de ingresos, sólo remediable para quienes no aceptarían "liquidarse" (es decir, aceptar la indemnización con copete, con la que el Gobierno ha buscado debilitar la resistencia sindical) mediante la reversión del decreto extintorio (o, añado por mi parte, la reconstrucción de la relación colectiva de trabajo entre el SME y la Comisión Federal de Electricidad como patrón sustituto).

Sin vinculación alguna, de ninguna especie, las actitudes de la mujer saharauí y las mujeres mexicanas surgen de una motivación común: el alto sentido de su propia dignidad, su convicción de que no hay que resignarse ante decisiones de poderosos que lesionan sus derechos, y contra las cuales cabe blandir ese instrumento de lucha extrema, ese último recurso que es el ayuno, que mina la integridad física de quienes lo practican y ponen en riesgo su vida.

Aminatou Haidar es independentista. Forma parte del vasto movimiento que pretende liberar al Sáhara Occidental de la dominación marroquí. Durante parte del siglo XIX y el XX, ese territorio fue colonizado por España, que en la agonía del franquismo directo, es decir durante la vida del dictador se retiró de esa colonia con pena y sin gloria. En vez de atender las demandas de la mayoría, el Gobierno de Madrid dejó que el rey Hassan II, cabeza de un régimen despótico alimentado desde Francia y España, se apoderara del territorio que desde entonces el régimen de Rabat reclama como suyo. Contra esa situación ha luchado la activista en huelga de hambre, lo que le ha valido persecución y cárcel.

Sus dos estancias en la prisión, cuatro años la primera vez, siete meses la segunda, le han dejado una secuela de males físicos que se han recrudecido al paso de los años y a causa de los avatares de su militancia. Su activismo consiste básicamente en impedir que el olvido de su causa nacional favorezca los intereses marroquíes. Ha actuado sobre todo en Estados Unidos, donde recibió el año pasado el premio de la fundación encabezada por Kerry Kennedy, hija del entonces todavía vivo senador Edward Kennedy. Hace unas semanas volvió a ese país, de nuevo para ser distinguida por su empeño independentista, esta vez con el Premio al Coraje civil. Se proponía regresar a la ciudad donde vive con sus hijos, de 15 y 13 años, y su madre, pero el Gobierno de Marruecos aprovechó la ocasión para prohibirle el reingreso y quietarse ese peso de encima. El de España, que prefiere mantener un vínculo productivo con Rabat que con los independentistas saharahuis, apoyó la injusto veto marroquí y ha buscado remediar la situación de Aminatou Haidar con todo tipo de ofertas, incluida la de hacerla ciudadana española (ya que su pasaporte fue retenido y ella padece ahora la condición de apátrida), y hasta entregarle un departamento para que se quede a vivir en territorio español y no moleste más a su aliado, el actual monarca, hijo del impresentable Hasan II.

Susana Hidalgo, del diario español público, la entrevistó en su refugio en Lanzarote, desde donde Haidar se empeña en entrar a su patria, usurpada por un ocupante. Sus hijos le escribieron una carta en que le piden que desista. Recibirla fue duro para ella. "Pero por otro lado también me ha dado fuerzas, me ayuda a continuar. Cuando la recibí me acordé de los otros niños saharahuis, los que tienen a los padres desaparecidos, a los que los tienen muertos, en la cárcel, en los campos de refugiados".

Como las mexicanas, la saharahuí debería deponer su huelga.

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