En ese bar Reti me empezó a hablar de su proyecto, de una escultura donde los cables, el aluminio, el plomo y los papeles, forman lentamente figuras que asemejan el mundo. "El mundo tiene un ritmo único que palpita por encima de todo lo que ocurre". "Así como todos nosotros estamos buscando -decía Reti con vehemencia: sólo intento hacer un pequeño sitio que sea mío, y que tenga vida propia, y que me dé sentido
"Como tú -me ha repetido: sólo deseo plasmar en el universo mis propios ritmos".
Eso me dijo, y después hubo un silencio compartido -en donde de nuevo las blancas manos de la mesera llegaron a recoger unos vasos-; donde hablamos de aquel ritmo que yo creía que existía, de aquellas tardes del buzón azul de la tercera en que todo flotaba misteriosamente, de aquellas notas de ese piano vecino por las mañanas que me dejaba mudo, flotando la música por la ventana de la calle segunda.
"A través de la música todo surge, y todo se explica" -coincidimos: así, como el jazz nocturno, así son los desastres y el amor, el sexo y los amantes, las prisas y los astros; el ritmo de todos los eventos es único, e imperturbable, irrepetible y dirigido de antemano por cordeles invisibles, como fichas ya jugadas en aquel casino, como la música tenue de ese piano, que por la mañana me despierta.
Entonces levantábamos nuestras copas, y nos veíamos a los ojos, como dos cómplices perdidos a los que la música impedía escuchar sus voces. Si alguien nos observara -digamos, desde la ventana contigua que da al parque Tompkins, diría solamente que dos amigos brindan su amistad en el obscuro túnel de algún tugurio, entre exageraciones que invaden al ritmo de copas; en parte era cierto.
Hubo una copa más: y empezó a causarnos extrañeza el retraso de los otros: "Una de dos -dijo Reti: o algo hizo el fanfarrón de Guioco, o andan por allí perdidos, en algún sitio, entretenidos intemporalmente en los detalles de algún aparador, de alguna calle (la segunda opción era la cierta).
Hubo otra copa más: y los labios de la mesera crecieron cada vez más en carne: "Qué ganas de arrancarle los pantalones a mordidas a esa tipa", algunas carcajadas de ambos, por el comentario, me hicieron caer en cuenta que, ese mismo día, anduve rebotando entre contrastes: entre la desesperación de mi cuarto -nulidad de letras, ausencia de pensamientos- y este estado de desparpajo de ahora, de amistad y de copas; este descontrol que desea morderle los codos, las orejas y los senos a esa tipa hermosa de charola que se mueve con el ritmo de las cerezas, con la suavidad de las cerezas. Descontrolado durante todo el día sin tener claro nada.
Sobre eso Reti dice que los altibajos diarios son cosa de todos los días, y que esa nebulosa mental, esa falta de foco, surge del hartazgo: "continuamente estamos cambiando de facetas" "y más por las presiones económicas, ese ponernos los sacos y corbatas, al acabar ganando pesos haciendo lo que detestamos, nos acostumbramos, y pues allí nos quedamos cueste lo que cueste, y aunque andemos distraídos durante todo el día, como andando de automático".
"Al menos de eso me congratuló -ha dicho él- de nunca haber tenido que trabajar en algo que no me gusta", "suerte la tuya Reti...", "yo, en cambio, tengo que ir todos los días hombro a hombro y llanto a llanto en esos subterráneos, hacia aquellos monitores".
Y la plática se va por allí: intentando detallar el número de rostros que se han dado por vencido, esta forma que se ha puesto el mundo: "muy pocos luchan -aunque parezca estúpido, hay muchos que se han dado por vencidos, hay pocos valientes, o pocos idiotas, o muchos pragmáticos
¿Entiendes tú, por ejemplo -me ha preguntado Reti-que aquellos tipos, ésos los del programa televisivo Big Brother, se hayan encerrado entre cámaras tres meses para ganar un premio?
Qué estupidez de casa, comida, piscina, canticos y pláticas absurdas
"Pero eso no es todo - me ha dicho: ese tipo de cosas es lo que me tiene descontrolado, lo que me genera una nebulosa mental, que no sé dónde me tiene colocado".
"¿No sé si me explico?" y, mientras me lo dice, se toca la cabeza de una forma rara, de una forma un tanto harta, y parece perdido, y se parece a mí, y a esta pesadumbre de ojos que no se ha ido durante todo el día.