"Yo necesito pocas cosas y las pocas cosas que necesito, las necesito poco" decía Francisco de Asís. Ésta se ha convertido en la frase de la temporada, bandera de la austeridad forzada a la que me veo sometido. Lo bueno es que es tiempo de crisis global y a diferencia de otras épocas de vacas flacas puedo delegar responsabilidades y decir que es la situación y no mi desorganización o incompetencia la culpable. No sé si soy yo, pero veo a muchos que, contrario a lo que uno podría pensar, se ven rete a gusto en esta adversidad, navegando entre queja y queja, flotando en un suave humo de infelicidad. Nunca he sido de los optimistas y si no festejé cuando debía, ahora, que las nubes oscuras se ciernen, encuentro menos motivos pal jolgorio y la porra. Amanece y los periódicos reportan la ejecución de un reportero (y ayer una balacera y anteayer por el estilo). Yo me descuelgo al trabajo con las ventanas del auto abajo porque el aire acondicionado consume litros de gasolina y es un lujo que reservo cuando mi polvoso coche recibe visitas. Encuentro a mis colaboradores más o menos en el mismo estado de quiebra de un servidor pero igual le pegamos duro para adelantar pendientes. Como lo "in" es la tristeza ponemos desde primera hora el disco de Germaine y Los Ángeles Negros. Y al son de "murió la flooooor" (hay que poner de menos cuatro "o" porque el cantante sí que tiene pulmones) hacemos las múltiples tareas del día. Hoy nos dimos una licencia breve debido a un evento único en el año: la final de la champions league, Barcelona contra Manchester. Yo aposté por Manchester con todo y que Cristiano Ronaldo parece que juega con zapatos de tacón. Me topé con pared porque Eto no perdonó frente a la portería y Messi sacó de la manga un pedacito de magia con un cabezazo en ángulo que tuvo su destello poético. Y mientras masacraban al Manchester Alfredito Esparza (que declaró su casa sede de la champions en Torreón) nos retacó de comida y pan l→ → iquido (comúnmente llamado cheve). Fue un club de Tobi riguroso con su reglamentaria dosis de albur, imprecaciones y opiniones de futbol. Me jacto de tener amigos cultos y doctos, pero cuando se trata de volver al estado neanderthal no fallan y la charla filosófica termina en la discusión del ocaso del Kikín Fonseca o rememorando las glorias del turco Apud. Dos cheves y el calor bastaron para noquearme. Una siesta interrumpida por el teléfono (afortunadamente una voz amable) me regreso a la vida, a escribir esta columna, y en un par de horas de vuelta al trabajo. No hay dinero pero hay chamba. Hay vida, amigos, afecto y algún cargo de conciencia que sirve como contrapeso. Cheve, un par de buenos goles. Al final del día, si todo sale bien algún libro agradable (placer que no hace pobre a nadie). No debo mucho, ni me deben mucho, así que la economía navega mal pero se hunde. No podría más que desearle esto a quien siente que el mundo se le viene encima. Aquí andamos. Viéndolo bien, quitando lo accesorio, tal vez, efectivamente necesitamos poco. Y de eso poco, lo esencial es aún menos. Va pues y si leíste este texto que parte de la nada y llega a lo común pues no me queda más que agradecerte y desear para ti dos que tres placeres sencillos de ésos que con o sin crisis pueden hacerte el día. Salud pues.