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Niños obesos

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Las noticias no son nada halagadoras: Coahuila volvió a quedar como el estado número uno en porcentaje de personas obesas. Según el Seguro Social, al que ustedes sabrán si le creen algo, un 28.63% de los niños laguneros de entre cinco y nueve años tiene problemas de sobrepeso. En Torreón, la cifra anda por ahí del 45%. Y los adultos no cantan mal las rancheras.

Así pues, según las cifras, nuestra sociedad está en peligro de parecerse a un catálogo de la obra del pintor colombiano Fernando Botero. ¿Usted percibe eso, amigo lector? Porque, la verdad, yo veo a una buena parte de mis conciudadanos más bien pálidos, flacos, cansados y sin ilusiones. Igual y se trata de una percepción equivocada, o de una urgente necesidad de cambiar la graduación de los lentes. Pero según la información oficial, la propaganda del Profe al rato tendrá que cambiar. Deberá decir: “Obras de verdad resistentes/Para gente de verdad pesada”.

El hecho es que esos datos nos deben alarmar. La obesidad es causa de un sinnúmero de dolencias, y acorta la expectativa de vida de manera significativa. Si además el problema se presenta desde la infancia, como lo indican las estadísticas, la situación es todavía peor: los problemas de salud se empezarán a presentar en rangos de edad en que las personas deberían estar en la plenitud de sus facultades físicas, productivas, sexuales y mentales. De hecho, los niños obesos corren el riesgo de andarle dando chamba a Serna y Gayosso antes que sus padres.

¿Por qué se presenta este fenómeno? Ciertamente el entorno es muy favorable al consumo de comida chatarra. Por todos lados la gente (pero sobre todo los niños) se ven bombardeados con la publicidad de fritangas, refrescos embotellados sin el mínimo de contenido nutritivo, hamburguesas que chorrean grasa y tacos sobrecargados de aceite. Abunda la gente que desayuna, come y cena con refrescos de cola. Y las gorditas y los tortillones no son un dechado de nutrición equilibrada que digamos.

Como tantas cosas que están mal en este país fracasado, el problema empieza con la educación. En las escuelas, las “tienditas” se hallan rebosantes de productos notoriamente dañinos, pero que a los chiquillos les encantan. En vez de educarlos en una buena nutrición, en la mismísima escuela les venden los productos que los matarán de colesterol en medio siglo. Si es que hay campañas para que los infantes aprendan a comer sanamente, resulta evidente que han fracasado.

A propósito: en las paredes del metro de Washington han aparecido unos carteles con la cara de una niña negra con la siguiente leyenda: “Las hijas de Obama comen sanamente en su escuela; ¿por qué yo no?”. La campaña, financiada por una ONG de médicos, pretende llamar la atención al hecho de que en las escuelas públicas norteamericanas tampoco se hace mucho por mejorar la nutrición de los alumnos. Y sí, las hijas de Obama no van a una escuela pública… motivo por el cual algunos han visto en la campaña un ataque al morenazo.

Pero mal de muchos, consuelo de tontos. Hay que hacer algo aquí, rápido y con decisión. Si no, pronto seremos una sociedad de enfermos. Gorditos, pero enfermos.

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