Hace algunos años, tuve la oportunidad de charlar con el presidente municipal de Torreón acerca de diversos temas, y aunque debo confesar que el carácter de la conversación era eminentemente privado, es válido hacer público este extracto de aquella plática.
En un momento del encuentro, hablando de temas públicos, me atreví a hacerle una pequeña analogía, donde le planteaba un asunto totalmente mercantil y la manera de cómo lo resolvería, tratando yo de explicar una situación en general. Mi idea era ilustrar aquel adagio que reza: "más vale un mal arreglo que un buen pleito". Su respuesta recuerdo perfectamente fue que a él nunca se le había ido alguien sin pagar (algo difícil de creer, si ha tenido múltiples operaciones comerciales, pero en fin), y en su carrera empresarial - muy exitosa- nadie lo había dejado a él o a sus empresas con cuentas pendientes. Ninguna cuenta incobrable.
Desde ese momento pensé que José Ángel Pérez no era dado a escuchar crítica y que contaba con extrema terquedad. Hasta ahí aquel suceso.
Ahora sin embargo, en el fin de su Administración está surgiendo un nuevo y grave problema -¿otro más?- el Municipio de Torreón está cerca de la insolvencia.
Existen ciertamente ligeras diferencias entre un buen empresario -de donde proviene Pérez Hernández- del buen administrador. El empresario en general puede crear negocios, crear riqueza de una idea, de una combinación de factores. Cabe la posibilidad de que el buen empresario sea mal administrador, y cuando las empresas que construyen entran en la etapa en la que precisamente requieren de técnicas administrativas adecuadas para poder llevar a buen puerto, éstas no son aplicadas y comienza la decadencia o desaparición, se está en el caso del buen empresario-mal administrador. El administrador es aquel capaz de poder sacar adelante con éxito el proceso administrativo, pero que carece de los atributos como el arrojo, innovación, liderazgo nato para crear un nuevo ente económico. Por supuesto hay quienes pueden ser buenos empresarios-administradores, y ahí se conjuntan todas la cualidades generales arriba descritas.
Esta somera enumeración de características es un lance para tratar de describir los atributos de quien hasta el 31 de diciembre de este año, es quien gobierna el destino de Torreón, y en su caso, me parece, José Ángel Pérez es un buen empresario, ya que él inició sus negocios, y ha sabido también demostrar que es un buen administrador, ya que su compañía y bienes han sido bien salvaguardados por un espacio considerable de tiempo, que refrendan todas esas cualidades con las que cuenta el edil torreonense.
Entonces, una vez establecida la capacidad administrativa y que sabe cómo estirar el dinero ¿cómo es posible que pretenda una línea de crédito por 140 millones de pesos para cubrir los pasivos de las obras que quedó de hacer con el Impuesto Sobre Nómina?
Es cierto que la crisis que se vive en el mundo, especialmente en México, donde la economía cae por ahí del 8% anual y particularmente en La Laguna, y por lo tanto en Torreón, ha sido por demás severa. La inseguridad es un factor que por supuesto ha contribuido a profundizar más la crisis económica.
Todo esto por supuesto que golpea las finanzas del municipio, que ve cómo cae su recaudación propia producto del impuesto predial, del impuesto sobre adquisición de inmuebles y naturalmente el recorte de las participaciones fiscales que recibe por parte de la Federación.
Es insensato decir que el manejo de las arcas municipales es fácil en estos tiempos. Pero tampoco se puede concluir que se ha hecho de la mejor manera. La renuncia extraña del tesorero municipal, Enrique Sada, al inicio del último año de gobierno y el crédito que se pretende de 140 millones, algo así como un error que ronda el 10% de lo presupuestado en el año, habla de un mal administrador, sencillamente. Pero como arriba hay argumentos para pensar que el presidente es al contrario, buen administrador, quizá se esté en el supuesto de que Pérez Hernández más que no poder, no quiso ser el buen custodio de los recursos de la ciudadanía a quien todavía gobierna.
