La Ley Agraria no especifica que sea sólo el hombre quien esté al frente de un ejido, sin embargo se ha dado un fenómeno por demás satisfactorio, ya que aunque lo tradicional es que un hombre esté al frente del ejido, en México cada vez son más las mujeres registradas como dueñas de las tierras.
Hace 15 años sólo 60 mil eran dueñas de sus parcelas, y hoy son más de 540 mil mujeres con propiedades ejidales, según datos de la Procuraduría Agraria (PA).
La estimación de la Procuraduría es que a finales de año sean 600 mil ejidatarias o más las registradas en el Programa de Certificación de Tierras.
Esto quiere decir que las mujeres son dueñas de más de 16 millones de hectáreas, es decir 15 por ciento de la propiedad ejidal registrada en el País, mientras que hace 30 años las mujeres apenas representaban 1 por ciento de la propiedad ejidal.
El fenómeno es ocasionado principalmente por la migración de hombres fuera del País o hacia las grandes ciudades, aunque el envejecimiento de la población rural cada vez es mayor y ha jugado un papel importante para que las mujeres empiecen a ser dueñas.
Este avance aún es pequeño, pero la presencia de la mujer como ejidatario va cobrando fuerza poco a poco, por lo que en el futuro, la tenencia de la tierra podrá estar equilibrada.
Las dueñas actuales de los predios rústicos en ocasiones heredan la tierra por ser las que continúan en la localidad, pues hay que recordar que en la Ley Agraria existe un procedimiento en el que se debe de respetar el derecho de preferencia por las personas que ya tienen los derechos ejidales y se encuentran en primera oportunidad.
Se destaca que esta tendencia a la feminización del ejido obliga y urge a que se rediseñen las políticas de atención al sector agropecuario y rural, que de acuerdo a sus condiciones se integrarían a los programas productivos nacionales elaborados, efectuados y operados por la SAGARPA.
"Se deben tomar en cuenta las necesidades de las mujeres en el campo, porque la presencia masculina había orillado a hacer programas enfocados para ellos, se deben dimensionar sus causas y efectos", detalla información de la Procuraduría Agraria, en un documento de las tendencias del campo.
Por entidad federativa, las mujeres son dueñas de más superficie en Baja California, seguida de Quintana Roo, Campeche, Baja California Sur y Sonora, y mucho menos en el Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Morelos.
Es evidente que para la adquisición de tierras en propiedad se aplique tanto la Ley Agraria como el reglamento sobre certificación de derechos ejidales y titulación de solares y el reglamento en materia de ordenamiento de la propiedad rural.
Por su parte, para la incorporación a programas productivos que podrían en un momento dado formar parte las mujeres ejidatarias, se aplicaría desde luego el Artículo 27 Constitucional fracción XX y la Ley reglamentaria de este artículo y fracción, la Ley Agraria, así como la Ley de Desarrollo Rural sustentable y la Ley de Capitalización de Procampo.
A nuestro criterio, siendo el trabajo del campo no exclusivo para varones pero sí rudo de realizar, se tendría que fortalecer la aplicación del reglamento de la Ley del Seguro Social en materia de régimen obligatorio para la incorporación del hombre de campo (en este caso la mujer) al Seguro Social.
Se deben de establecer las bases laborales para los casos de que las propias mujeres sean trabajadoras en sus propias comunidades rurales, ya que se debe recordar que en la Ley Federal del Trabajo, los trabajadores del campo son considerados como trabajos especiales y gozan de algunos privilegios como el pago de salario cada semana, pago en efectivo y en su propio lugar de labores, entre otras.
De esta manera el marco normativo efectivo para una buena labor de campo se encuentra especificado en la normatividad que se menciona.
Sería de gran beneficio para elevar la producción agroalimentaria en el país y mejorar las condiciones de vida de la mujer trabajadora agraria, que el propio Gobierno Federal estimule a través de programas productivos específicos, el logro en las diferentes entidades federativas de cada vez más mujeres incorporadas, de acuerdo a sus condiciones y necesidades al trabajo de campo, como sucede en otros países en donde la mujer juega un papel preponderante en la vida productiva agroalimentaria nacional.