ASOCIACION DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
DÉCIMA TERCERA PARTE
Pero además de la nicotina, tan popular entre los adolescentes, se encuentra el alcohol como una segunda droga tan o más popular que la anterior, cuyo consumo también tiende a iniciarse en estas etapas de la vida, hacia finales de la primaria e inicios de la secundaria, y cuya ingestión puede seguir incrementándose en los años posteriores, para prolongarse inclusive durante los años universitarios y en la vida de los adultos en general. Al igual que sucede con la nicotina, el alcohol también forma parte de esos requerimientos importantes que se exigen directa o indirectamente entre los jóvenes para ser aceptados dentro del grupo de iguales. Independientemente del tipo de alcohol que se ingiera, beber tiene significados muy semejantes al acto de fumar entre tales grupos. No sólo se considera como una muestra de lealtad, amistad, compañerismo y pertenencia al grupo, sino que nuevamente representa también un símbolo de “hombría”, de masculinidad así entendida entre los muchachos, con la que además se fomenta la rivalidad y la competencia entre ellos, para demostrar así quien es “más hombre” de acuerdo a la cantidad y la resistencia. Pero en nuestros días, este fenómeno no está limitado al género masculino exclusivamente, sino que las muchachas actuales tienden a compararse y a rivalizar aún más con los muchachos, de manera que suelen beber también en cantidades importantes, como si el mundo se les fuera a terminar, como una forma de demostrar asimismo su “liberación” como mujeres, en ese mal entendido concepto de igualdad de derechos entre los géneros. Es así, que entre los grupos de muchachas, el beber se ha popularizado igualmente para convertirse en el “boleto” que les permite pertenecer a los grupos de pares y sentirse como parte de éstos.
Legalmente, el alcohol está permitido “como bebida de moderación” y “bajo la responsabilidad de quien lo ingiera” según rezan los sólitos slogans de publicidad, en sus ambivalentes invitaciones para hacerlo, gracias a sistemas de mercadotecnia cada vez más ingeniosos y atractivos que se proyectan en coloridos y dinámicos comerciales, ya sea en la televisión, en el cine, en la prensa, en revistas o hasta en los espectaculares, y no se diga en los estadios. Pero además, dentro del contenido de las historias mismas de las teleseries, telenovelas o películas, nos podemos percatar de esa forma tan aparentemente casual y cotidiana en que tantos de los personajes recurren a beber durante diferentes períodos en los que se encuentran bajo estrés, al enfrentar crisis, discusiones, momentos riesgosos, aunque igualmente lo hacen como un medio de diversión y de entretenimiento cuando salen por las noches con sus parejas, con sus amigas o amigos. Beber, como todos lo aceptamos abiertamente, forma parte de nuestra cultura como una muestra de bienvenida, de afecto o inclusive de buenos modales cuando tratamos de ser anfitriones excelentes y bien educados en el momento en que recibimos y queremos agasajar a alguien en nuestros hogares. La bebida es el elemento esencial en toda clase de fiestas y celebraciones, sean familiares y sociales en general, o mismo como parte de los tratos de negocios, de las reuniones entre amigos y mismo de los momentos deportivos. Definitivamente, se trata de un patrón sociocultural institucionalizado que marca las diferentes etapas y cambios en la vida de la mayoría de nosotros desde su inicio en el hogar, para luego prolongarse en los diferentes y muy variados momentos de nuestra existencia comunitaria. Es un patrón sociocultural abierto, visible por completo, legal, justificado y justificable, que por lo mismo suele ser aprendido desde la infancia, como parte del crecimiento, con ciertos límites que marcan esa enseñanza de que supuestamente, los niños, niñas y adolescentes no deben beber, sino “hasta cuando sean grandes”, y que es entonces cuando la prohibición se termina.
Por lo mismo, no es entonces raro, que en la adolescencia, que es una etapa que se caracteriza por la curiosidad, la búsqueda, la exploración del mundo, la práctica de diferentes tipos de experiencias, la autonomía y la tendencia a rivalizar, rebelarse y a desafiar las reglas de los adultos, las chicas y los chicos busquen experimentar entonces entre otras cosas, con la nicotina y con el alcohol, como objetivos ofrecidos indirectamente por los adultos durante la infancia, para ser permitidos “cuando sean grandes”. Naturalmente, esa tiende a ser la expectativa de los adolescentes parte de los objetivos “para ser grandes”, además de que también ha sido observado por ellos como un modelo y un estilo de vida, aprendido y asimilado desde sus años más tempranos, ya sea en el hogar, en la familia y en la comunidad en general como parte de ese sistema social en el que se han desenvuelto. Un sistema social que en un buen porcentaje, no sólo lo permite y lo condona, sino que asimismo lo estimula y lo fortalece como parte de las identidades que se deben desarrollar para ser verdaderos hombres y verdaderas mujeres de cierto estatus y categoría en nuestro mundo actual.
(Continuará)