ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC) CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA EL ROL DE MÉDICOS Y MAESTROS EN LA SALUD MENTAL
Afortunadamente para los niños, sus padres pueden seguir preocupados por el buen estado de su salud física, de modo que en un gran porcentaje, ellos tienden a mantener ese control médico a lo largo de toda la infancia, lo mismo en los consultorios privados que en las instituciones públicas.
Ese tipo de control se ha generalizado cada vez más en nuestro país, conforme existe un mejor nivel de cultura y educación médica. Los encargados de ello son naturalmente los pediatras, los médicos generales y los médicos familiares, quienes a lo largo de esta etapa de la vida mantienen ese rol de guardianes de la salud no sólo de los pequeños, sino de sus familiares también, especialmente porque conocen más de cerca a la familia y han desarrollado vínculos importantes con ellos a través del tiempo.
Los resultados obviamente no sólo van a influir en un mejor control de la salud física de sus pacientes, sino como se ha comentado anteriormente, también ayudará en grado importante al control de la salud mental de todos ellos.
Por lo general, cualquiera de estos médicos que se encuentran tan cercanos a los pacientes y a sus respectivas familias, conocen naturalmente la historia de sus vidas y sus vicisitudes, con los conflictos por los que han atravesado, así como por los problemas y dificultades que presentan cuando acuden a las consultas.
Por lo mismo, además de ser médicos, juegan entonces ese rol básico de confesores, escuchas, guías y consejeros que suele ayudar enormemente durante esos momentos de crisis y de estrés, para recuperar el equilibrio en la salud mental.
Muchos de estos médicos cuentan con el carisma, la paciencia, la empatía, la habilidad y el tiempo que les dan a sus pacientes para escucharlos y comprenderlos, lo que asociado a sus conocimientos sobre psicología, psiquiatría y salud mental en general, les permite llevar a cabo excelentes intervenciones dirigidas hacia tales objetivos.
Ellos no sólo se enteran de los problemas físicos o psicológicos de los pacientitos, sino también de los conflictos personales de la madre o del padre, de los tíos o de los abuelos, de las infidelidades en las parejas y las desavenencias en sus relaciones personales, de las enfermedades físicas y emocionales de estos adultos, al igual que de los problemas económicos y hasta administrativos de sus empresas y negocios.
Gracias a la herencia de este estilo de Medicina que se practicaba en el pasado, cuando los pacientes todavía solían ser muy importantes para los médicos, y se les conocía y estudiaba a fondo tanto a ellos como a sus familias, este tipo de pediatras, médicos familiares o médicos generales mantienen una práctica "a la antigüita" en el buen sentido de la palabra, que es precisamente lo que les permite mantener ese interés y calidez en las relaciones con sus pacientes y permanecer como guardianes de la salud física y de la salud mental.
Desgraciadamente, no todos los médicos en nuestros días poseen esas características, ni cuentan con ese estilo de adiestramiento, ni tampoco con el tiempo suficiente para escuchar y conocer a sus pacientes, en esa tendencia tecnológica e industrializada en la que ha caído una buena parte de la Medicina actual.
Se trata de esa moda profesional malinterpretada en la que todo debe ser vertiginoso, sin mucho contacto con los pacientes, ya que el arte clínico ha ido perdiendo su lugar y las consultas se tornan distantes, basadas primordialmente en estudios de laboratorio o de gabinete, no siempre efectivos o veraces, para terminar generalmente en un intercambio de recetas, a veces sólo basadas "en el ojo del buen cubero".
Naturalmente, que en este estilo médico será muy difícil tener la paciencia o el tiempo para escudriñar signos o síntomas emocionales, cuando a veces ni siquiera se busca la oportunidad para detectarlos físicamente a través de una buena exploración o de una completa y minuciosa historia clínica.
En esos casos, no sólo en las instituciones públicas cada vez más abarrotadas de pacientes, sino mismo en los consultorios privados, será difícil detectar esos conflictos emocionales o esos signos tempranos de trastornos psiquiátricos, y se perderá naturalmente una excelente y única oportunidad para la prevención de la salud mental, en estas etapas de la vida en las que dicha detección es fundamental