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NUESTRA SALUD MENTAL

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

A pesar de que la adolescencia es una etapa de transición tan fundamental en nuestras vidas, en la que ocurren cambios sumamente importantes, ya sea físicos, incluyendo cambios cerebrales que se han descubierto últimamente, como psicológicos y sociales; a pesar de que la población de adolescentes en nuestros país ocupa un porcentaje muy alto, es interesante e increíble darse cuenta que se trata de individuos que en cierta forma, no acaban de definir del todo su ubicación en nuestra sociedad. Desde el punto de vista médico, es sorprendente reconocer que no existen todavía en nuestros días, médicos que se dediquen exclusivamente al estudio, valoración y tratamiento de los adolescentes, es decir, especialistas exclusivos en lo que sería la medicina del adolescente. En general, cuando ellos requieren de la atención médica, suelen regresar con sus pediatras, puesto que ellos los conocen desde la más temprana edad. Sin embargo, esa especie de regresión a la infancia que representa el hecho de entrar de nuevo a un consultorio pediátrico, puede ser experimentada por muchos de ellos como una experiencia humillante o vergonzosa, al encontrarse en esa etapa en la que están tratando de dejar atrás la infancia, de cambiar, de crecer y desarrollarse en una dirección opuesta, más bien hacia el camino de ser adultos, hombres o mujeres.

Para otros adolescentes, el requerir servicios médicos representa acudir a la consulta del médico general o del médico familiar, en la que tampoco sienten que encajan del todo, cuando están rodeados de adultos de diferentes edades, con quienes todavía no se logran identificar puesto que no se alcanzan a ver con tales características, además de sentir que existe un abismo entre dicha etapa y la propia. Quizás para muchos de estos profesionales tampoco existe una línea bien definida del final de la infancia, la llegada de la pubertad y adolescencia y la etapa del adulto joven, por lo que tienden a tratarlos en el mismo estilo, ya sea demasiado infantilizado o demasiado adulto, lo que naturalmente no siempre facilita la confianza o la comodidad para él o la adolescente.

En este sentido, la adolescencia en México todavía sigue siendo en un buen porcentaje una especie de tierra de nadie, repartida entre los pediatras por un lado, y los médicos generales o familiares por el otro, sin que exista propiamente un buen y completo capítulo de lo que sería la medicina del adolescente como especialidad médica en sí misma. Sin embargo, muchos de los profesionistas mencionados, a base de tesón, de su interés por este tipo de población y los innumerables problemas que presentan, a base de cursos y estudios que han tomado, y de sus propias experiencias en la práctica clínica, han aprendido a diferenciar y a definir las características de adolescentes masculinos y femeninos, que los marcan definitivamente como individuos mucho muy diferentes de los niños y niñas, así como de los adultos jóvenes. Gracias a ello, pueden detectar entonces acertadamente los diferentes signos y síntomas físicos que presentan debido a diferentes tipos de trastornos orgánicos. A la vez, tales manifestaciones clínicas suelen mezclarse asimismo con signos y síntomas de origen psicológico, consecuencia natural del tipo de estrés al que suelen enfrentarse en su vida diaria, como parte precisamente de esa tan importante etapa de transición por la que están pasando en dichos momentos.

No es pues nada infrecuente que el médico alerta y experimentado, acostumbrado al trato con adolescentes pueda detectar que detrás de ciertos problemas respiratorios, alérgicos, gastrointestinales, dermatológicos o de otra índole con los que se presentan en el consultorio, existen síntomas importantes de tipo ansioso o depresivo, que con tanta frecuencia se llegan a dar en nuestros adolescentes del siglo XXI, ante el tipo de vida y de ambiente familiar y social que enfrentan cotidianamente. Es así entonces, como al igual que se comentaba en el caso de los niños hace algunas semanas, que en ellos se puede encontrar en la consulta médica una infinidad de conflictos emocionales e inclusive síndromes y trastornos psiquiátricos, lo mismo sucede en el caso de los muchachos y las muchachas. Por lo mismo, el interés profesional, la experiencia y los conocimientos especializados sobre los adolescentes en este tipo de médicos, los convierten definitivamente en guardianes y guías de pacientes como éstos, a quienes junto con sus familiares, pueden orientar, informar, diagnosticar, tratar o canalizar a los especialistas necesarios cuando así se requiera (Continuará).

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