LOS ROLES DE MÉDICOS Y MAESTROS EN LA SALUD MENTAL
Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
Es importante hacer notar, que los trastornos psiquiátricos no siempre se presentan abiertamente como tales, sino que en muchos casos, al igual de lo que sucede tan frecuentemente con los adultos, tienden a esconderse bajo una fachada de síntomas físicos agudos o crónicos, progresivos, más o menos intensos y variados que parecieran simular cierto tipo de infecciones o de padecimientos orgánicos. Es así como se ha descubierto en los departamentos de la consulta externa de los hospitales, y aún en las salas de urgencia, que un alto porcentaje de los pacientes que piden ser atendidos con síntomas semejantes, en el fondo presentan síntomas importantes de ansiedad o depresivos, o aún de otros tipos de trastornos psiquiátricos, pero que tales síntomas se encuentran enmascarados como si se tratara de un malestar físico. Para aquellos médicos experimentados y conscientes de la existencia real de los trastornos psiquiátricos (hay que tomar en cuenta que muchos profesionales de la salud todavía no aceptan del todo la existencia de estos trastornos), la exploración de tales síntomas a través de una buena historia clínica y un completo y metódico examen físico, les hará descubrir y detectar detrás de esa fachada orgánica que presentan los adolescentes, la presencia de alguno de tales trastornos psiquiátricos subyacentes. Dicha detección oportuna, al igual que sucede en el caso de los niños, permitirá tomar entonces las medidas adecuadas y necesarias, ya sea por el médico mismo, o para canalizar al paciente hacia la consulta con el psicólogo o el psiquiatra. Es así pues, que lo mismo en la rutina cotidiana de los consultorios privados o institucionales, al igual que en las salas de urgencia, o aún en los pacientes hospitalizados se da este tipo de fenómenos, en los que el médico general, el familiar, el especialista o cualquiera encargado de la atención en el primer nivel, será quien tome bajo su mando el manejo de este tipo de pacientes, y por lo mismo ocupe un puesto de suma importancia en el área de la salud mental para esa detección y atención temprana.
No podemos dejar de reconocer un fenómeno sumamente importante, pero que en tantas ocasiones puede pasar desapercibido en las instituciones médicas. Me refiero al hecho de que para cualquier persona, la hospitalización sea por no importa que tipo de padecimiento que así lo requiera, y todavía más aún cuando se trata de la programación de un acto quirúrgico, representa generalmente una amenaza a su integridad física y emocional, así como la separación de su espacio personal y cotidiano y a la vez la ruptura de una rutina y un equilibrio que mantiene en su vida y en su ambiente. Debido a tales circunstancias, la hospitalización representa entonces un estímulo estresante que sale de lo común y que además puede variar de intensidad según sea el tipo de estímulo o la sensibilidad de cada paciente. Generalmente, a la entrada al nosocomio, se prepara a cada persona y a sus familiares en cuanto a los requisitos administrativos, así como a los médicos o a los quirúrgicos según de lo que se trate cada caso, ya sea en las instituciones privadas o en las públicas. Sin embargo, me parece que no existe ese tipo de preparación psicológica que se enfoque a manejar la ansiedad que presenta cada paciente en sus muy personales circunstancias, como si se tratara de un fenómeno que no ha sido tomado en cuenta del todo y por lo mismo se ha descuidado como parte de la atención integral física y emocional que debería de proporcionarse en cada caso. Me parece que ese es todavía un aspecto fundamental en el internamiento de pacientes que no ha sido atendido del todo, y que requiere de mayor apoyo institucional, ya que al disminuir la ansiedad de cada paciente y de sus familiares, en un proceso tan estresante como es éste, los resultados del tratamiento médico o quirúrgico serían más exitosos, y con menos consecuencias perjudiciales. Por fortuna, hay médicos que han detectado este hecho con la experiencia de los años, que son mucho más sensibles y orientados psicológicamente, y que por lo mismo tienden a preparar a sus pacientes antes de ser hospitalizados, no sólo en cuanto a los aspectos físicos y médicos, sino también en los emocionales (Continuará).
