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NUESTRA SALUD MENTAL

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA (CUADRAGÉSIMA SEGUNDA PARTE)

LOS ROLES DE MÉDICOS Y MAESTROS EN LA SALUD MENTAL

En el caso de los adolescentes, la hospitalización ya sea por cualquier tipo de enfermedad o accidente que así lo requiera, o para ser intervenidos quirúrgicamente, se puede convertir con bastante frecuencia en una crisis familiar importante, que además suele reflejarse asimismo tanto en el hospital como en el personal que se encargue del internamiento.

Por lo general, ni los niños, ni los adolescentes (lo mismo se podría decir de los adultos) gustan de separarse de sus familiares o de su hogar, para ser admitidos en un ambiente tan ajeno y extraño como puede parecerles el de un hospital.

Esta experiencia en sí genera como se comentaba la semana pasada, una alta dosis de ansiedad, que varía en cada caso, según las razones por las cuales deba ser internado, o según la urgencia, lo agudo y lo serio del padecimiento, y finalmente según también la forma en que el o la paciente y sus familiares hayan sido informados y preparados médica y psicológicamente, para de esa forma tener mayor conocimiento de la situación, así como de lo que puedan esperar.

Existen muchos casos en los que no se les brinda información alguna y los pacientes y sus familias llegan casi a ciegas; en otros, la información puede ser muy vaga e incompleta, con una serie de huecos e interrogantes que les provocan dudas e incertidumbre. También suele ocurrir, que si se les dio más información, pero se hizo en un lenguaje demasiado médico y técnico, que nunca fue traducido a los niveles culturales del paciente, lo que resulta también en un cierto nivel de incertidumbre y de preguntas que se quedaron en el aire, porque ni siquiera hubo oportunidad de ser formuladas al médico.

Usualmente, el pensar en ser admitido a un hospital, es una experiencia estresante, a la que nadie en forma natural y espontánea está preparado para asumir, y más al no saber con certeza las causas, ni los procedimientos médicos o quirúrgicos a los que se va a ser sometido, ni tampoco estar familiarizado con todas las rutinas que implica dicho proceso de internamiento.

Si a ello se le añade el hecho de separarse del hogar, de los padres y la familia, para llegar a un lugar completamente diferente y extraño, ante la presencia de desconocidos, el nivel de ansiedad entonces se incrementa aún más, con las consecuentes repercusiones importantes para el paciente y la familia.

En el caso de los adolescentes, que en su mayoría se encuentran en ese estado de rebeldía y oposición a todo aquello que huela o suene a normas y procedimientos dictados por los padres o por los adultos en general, percibidos como controladores, injustos y hasta dictatoriales, la respuesta a ser hospitalizados, suele ser de rechazo y resistencia, ya sea en forma más o menos activa o pasiva.

A pesar de que por guardar la imagen el o la adolescente presenten esa fachada de desafío y falta de aceptación de llevar a cabo cualquier tratamiento médico, la realidad es que en el fondo, en forma más o menos camuflageada se encuentra esos sentimientos importantes de miedo y de ansiedad que intentan evitar y disfrazar para no mostrarlos, ya que sentirían perder imagen frente a los adultos, así como perder también muchos de los logros que han obtenido en ese arduo camino en dirección hacia esa madurez que tanto esfuerzo les está costando.

Tenemos que recordar, que la hospitalización para cualquier persona, sin importar la edad en que se encuentre, es una experiencia que facilita la regresión, ya que implica que cada paciente deba someter muchos de sus controles y habilidades ante las manos expertas de las enfermeras, de los técnicos y por supuesto de los médicos y demás personal de la institución.

Según el tipo de padecimiento o razón de internamiento en cada caso, el sujeto puede requerir de una serie de cuidados básicos durante su estancia, que estimulan un amplio grado de dependencia frente a dicho personal, puesto que podrá ser necesario que lo transporten, lo muevan, lo alimenten, lo bañen y en general lo atiendan de todas sus necesidades físicas y fisiológicas, lo que por supuesto lo convertirá temporalmente en una especie de bebé una vez más, al estimular ese nivel de regresión, que a su vez le puede provocar sentimientos de impotencia, desesperación, frustración, decepción y enojo de mayor o menor intensidad. Pero por otro lado, también habrá que tomar en cuenta que hay pacientes que disfrutan ese nivel de regresión al ser atendidos en todos estos aspectos

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