ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC) CAPÍTULO COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA PROGRESIÓN Y REGRESIÓN
Los seres humanos hemos heredado esa capacidad y habilidad para movernos en diferentes direcciones, de acuerdo a nuestros objetivos, a nuestros deseos y nuestras fantasías, a nuestras circunstancias, a la etapa de la vida en la que nos encontramos, según los vientos y las influencias que nos empujan, así como tantos otros factores diversos que nos mueven, y que hasta en ocasiones los consideramos como "nuestro destino". Generalmente, nuestra tendencia natural, es la de intentar caminar hacia adelante en ese sentido progresivo del que hemos sido dotados como parte de nuestro proceso de crecimiento y maduración, lo mismo en el aspecto biológico, que en el psicológico o el sociocultural. A este proceso que llevamos a cabo hacia delante, obviamente le llamamos progresión, y lo percibimos como ese impulso básico y vital de nuestra existencia.
Sin embargo, a lo largo del tiempo, se presentan diferentes situaciones o experiencias que nos obligan a detener nuestro camino, o que inclusive tienden a paralizarnos y mantenernos en una misma posición sin que seamos capaces de avanzar en ningún otro sentido, como si todas nuestras capacidades se hubieran bloqueado y nos fuera imposible tomar ninguna decisión o acción determinada. Así sucede al enfrentarnos a las múltiples y tan variadas crisis que se acumulan a lo largo de nuestras vidas, a un grado tal que en ciertas ocasiones, eso mismo nos obliga a retroceder, a movernos en dirección opuesta a la que llevábamos, como empujados por una fuerza desconocida e incontrolable, o como si buscáramos refugio en el pasado al intentar quizás la repetición de ciertas experiencias o conductas que aprendimos y que habíamos dejado atrás, como una forma para ayudarnos a solucionar los problemas que enfrentamos en el presente, de manera que ello nos permita proseguir el curso interrumpido. Esa regresión consciente o inconsciente, espontánea o deliberada, se convierte entonces en la activación de mecanismos que encontramos útiles en el pasado para funcionar mejor en el presente, pero es también la búsqueda temporal de un refugio que nos cobije y provea de la paz que necesitamos, al igual que se busca a una madre idealizada y protectora que nos apoye y abrigue durante los momentos de crisis. Pero asimismo, puede significar la necesidad de encontrar un espacio para meditar provisionalmente, mientras ordenamos nuestras ideas, reconocemos las opciones y encontramos la capacidad para tomar la decisión que consideremos más adecuada. Sin embargo, el riesgo de tales movimientos regresivos, es que el individuo se llegue a sentir tan cómodo y fascinado en ese nuevo estado, que desee permanecer ahí, y se resista a continuar hacia delante.
En los diferentes tipos de terapias psicológicas, que denominamos psicoterapia, se alcanza a observar con mucha claridad el ir y venir de estos vaivenes emocionales a lo largo del proceso. Esos momentos críticos para cada paciente en los cuales, son definitivamente necesarias las regresiones, como producto de las mismas crisis que está presentando, como maniobras defensivas para poder protegerse, mientras se organiza interiormente y ordena sus pensamientos, así como los recursos e instrumentos con los que cuenta, para posteriormente al sentirse preparado, poder retomar su curso hacia delante, en esa dirección progresiva que le permita madurar, enfrentar sus circunstancias y los conflictos que han resultado de ellas, y poder entonces tomar las decisiones adecuadas en la búsqueda de las soluciones necesarias.
La regresión y la progresión se convierten pues en dos extremos del mismo camino, en dos estilos de ondulaciones que dirigen nuestras vidas, o que también nosotros decidimos utilizar en nuestro continuo andar y trotar por este mundo. A veces necesitamos uno de ellos para dirigirnos hacia el pasado, en la búsqueda de nosotros mismos, para revisar nuestras experiencias y hurgar entre nuestros recuerdos, de modo que podamos reciclar aquellas ideas, conductas, utensilios o recursos en general que puedan sernos útiles y adecuados. Así entonces, tendemos a seguir nuestro sendero hacia delante, con la confianza y la seguridad de nuestras capacidades y habilidades, hasta encontrar nuevamente los siguientes obstáculos.
Es curioso que algo semejante suceda no sólo con las personas como individuos, sino también con cualquier conglomerado de individuos, ya sea la familia misma o todos los demás grupos que formamos los seres humanos, les llamemos clubes, asociaciones, municipios, sociedades o comunidades como la nuestra. Me parece que como grupo, ahora mismo estamos enfrentando tales circunstancias, en las que creíamos estar avanzando con seguridad y a buen paso hacia delante por un sendero de crecimiento, para luego descubrirnos asustados, amenazados, atorados, desorientados e impactados frente a una situación difícil de creer, de comprender o de razonar y de vivir, que parece estarnos empujando nuevamente hacia el pasado, en lo que semeja un movimiento regresivo importante. ¿Cuál es el significado de esta regresión, si así la podemos llamar? ¿Qué estamos buscando nuevamente en nuestro pasado: acaso la fantasía de un refugio materno idealizado acogedor y protector, que en realidad nunca lo fue? ¿O desesperadamente necesitamos ese espacio regresivo al enfrentar un enorme vacío de opciones, sin realmente tener todavía la madurez y los elementos necesarios para decidir? Es así entonces, como la regresión y la progresión siempre están ahí presentes en nuestra existencia, como ese oleaje que mueve nuestras vidas y destinos, que en ciertas ocasiones podemos controlar, mientras que en otras es el vaivén mismo el que nos impulsa, no sólo como individuos, sino también como grupos, como pueblos y como sociedades. ¿Hacia dónde nos dirigimos?