Desde que en los años sesenta los antropólogos empezaron a encontrar restos fósiles de nuestros ancestros más remotos, el árbol genealógico de la Humanidad se ha venido poblando con más y más ramas, y se ha vuelto espectacularmente frondoso. Y por lo mismo, lo que sabemos de nuestros orígenes se ha ido clarificando paulatinamente. Sin embargo, todavía se nos tienen reservadas algunas sorpresas.
Hace unos días se dio a conocer el resultado de los estudios realizados, durante más de quince años, a los restos de uno de los homínidos más primitivos jamás encontrados: el Ardipithecus ramidus, mejor conocido entre la raza y cariñosamente apodado como Ardi. Mejor dicho, apodada, porque los especialistas afirman que se trata de una hembra adulta.
Ardi caminó por los bosques y sabanas de África Oriental (no muy erguida, pero ya en dos patas) hace 4.4 millones de años. Los especialistas la sitúan como un antecesor de Lucy, el esqueleto mejor conocido de un Australopithecus afarensis, de 3.2 millones de años de antigüedad. Los Australopitecos se consideran la base de la rama que luego daría como retoño al género Homo, el de nuestra especie… aunque algunos diputados mexicanos obliguen a revisar la teoría.
(Por cierto, y a propósito del comentario de hace una semana: Lucy fue apodada así porque cuando se realizó el descubrimiento, los arqueólogos tenían en su grabadora la canción “Lucy en el Cielo con Diamantes”. ¡Hasta dónde llega la herencia de los Monstruos de Liverpool!).
El caso es que Ardi al parecer representa nuestro antepasado más remoto, aparecido justo cuando se habían separado las ramas que habrían de resultar en los simios y monos por una parte, y los humanos por el otro. En ese sentido, sería lo más próximo a la famosa (y no muy exacta) noción del Eslabón Perdido. Ardi es lo más cercano al mono pero considerado ya humano… o al menos, en vías de serlo algunos milloncejos de años después.
Ardi medía un metro veinte y pesaba unos sesenta kilos, lo que la hace más robustita que Lucy. Su cerebro tendría el volumen equivalente al de un chimpancé moderno o de un gobernador de Oaxaca. No tenía la planta del pie arqueada, como Lucy, por lo que su locomoción bípeda sería pesada aunque factible. Es, pues, nuestro ancestro homínido más viejito.
Hace seis millones de años, hubo un antepasado común para todos los seres antropomorfos: simios, monos, humanos y americanistas. Luego se dio una bifurcación que nos llevó a unos por un lado, otros por otro. No se ha hallado todavía un fósil de ese ancestro en común. Cuando ello ocurra, tendremos más o menos completo nuestro árbol genealógico… perspectiva que, la verdad, resulta emocionante; al fin veremos completo nuestro pedigrí.