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Nueva devaluación

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“El beso se ha devaluado: pasó de ser una expresión de amor a ser la calentura en sí.”

Feliciano Franco de Urdinarráin

El peso mexicano sufrió ayer una nueva devaluación. El tipo de cambio al menudeo, que abrió operaciones a 13.97 por dólar, llegó a cotizarse a 14.35, una pérdida de 2.7 por ciento. Una subasta de 400 millones de dólares del Banco de México lo fortaleció, pero aun así cerró a 14.20. El dólar fix, que establece el banco central para el pago de obligaciones denominadas en dólares dentro de México, pasó de 13.839 a 14.1083. El interbancario a 48 horas, que se usa para las transacciones de gran volumen, subió de 13.865 a 14.111.

Durante meses el Gobierno del presidente Calderón ha presionado al Banco de México para bajar tasas de interés. Ayer tuvimos una probadita de lo que esto puede significar en un mercado nervioso como el actual.

El pesimismo que se ha apoderado nuevamente de los mercados financieros, y que ha producido pérdidas muy importantes en las bolsas de valores, fue un factor de esta nueva devaluación del peso. Pero otro ha sido la expectativa de que el Banco de México baje las tasas de interés a partir del próximo viernes, 16 de enero. Por lo menos hasta ayer se preveía que el Banco de México podría reducir su tasa de interés de referencia en un cuarto de punto porcentual: de 8.25 a 8 por ciento.

El que la simple expectativa de una baja mínima en las tasas de interés pueda ocasionar esta devaluación debería hacer reflexionar a los funcionarios de Hacienda y del Banco de México. Apenas el 6 de enero el dólar interbancario se compraba a 13.345 pesos. En ocho días el valor en pesos de la divisa estadounidense aumentó 5.7 por ciento. Éste ha sido un golpe dramático para la economía de muchas empresas y personas. No olvidemos que, en términos técnicos, una devaluación equivale a una pérdida del poder adquisitivo de un país.

El Gobierno de Felipe Calderón ha tratado de no prestar demasiada atención al tipo de cambio. Su posición es que una tasa de interés más baja permitirá mayor inversión y, por lo tanto, mayor crecimiento. Pero no nos hagamos tontos. En este momento de inestabilidad financiera, una disminución de un cuarto de punto porcentual en los intereses no convencerá a las empresas de contratar deuda para aumentar sus inversiones. Los inversores quieren mercados estables y no necesariamente una tasa de interés más baja.

La brusca devaluación del peso en los últimos cinco meses ha causado estragos en la economía mexicana. El aumento en el precio en pesos del dólar interbancario ha sido de 42.5 por ciento desde la cotización de 9.903 que se registró apenas el 5 de agosto de 2008. Esta devaluación del peso ha sido en buena medida el detonante de la crisis en México, a pesar de que, como bien lo dijo el presidente, nuestro país tenía mejores indicadores fiscales y financieros que Estados Unidos. La devaluación ha hecho que aumente de manera estratosférica el valor en pesos de los pasivos en dólares de muchas empresas y ha hecho que se disparen también los costos de los insumos.

En otros países están bajando las tasas de interés, pero sus condiciones son completamente distintas. En Estados Unidos los precios están bajando. En México, los precios al consumidor subieron 6.53 por ciento en 2008, mientras que los del productor (excluyendo el petróleo) lo hicieron en un devastador 10.48 por ciento.

De hecho, bien puede argumentarse que nuestros intereses no son altos en términos reales. La tasa de referencia del Banco de México, al actual nivel de 8.25 por ciento, es apenas 1.75 por ciento superior al aumento de los precios al consumidor. Ésta es una tasa real muy baja en comparación con los tres o cuatro puntos porcentuales sobre la inflación que hemos tenido en los buenos tiempos… y significativamente inferior a la que hemos llegado a tener en tiempos de crisis.

Si el Banco de México cede a la presión del Gobierno y empieza a bajar las tasas de interés, podría provocar un nuevo desplome del peso. Si éste llega a 20 por dólar, las empresas mexicanas caerían como fichas de dominó. La devaluación provocaría además un fuerte aumento en la inflación, que obligaría a subir nuevamente las tasas de interés. La estrategia, pues, sería contraproducente.

Hoy más que nunca necesitamos un Banco de México independiente y un Gobierno que entienda las consecuencias de la manipulación de los mercados. No hay que poner la carreta enfrente del buey. Primero hay que bajar la inflación. Sólo entonces podrá el peso soportar una baja en las tasas de interés.

NUEVO TROPIEZO

Si bien en diciembre de 2008 se registró un repunte de 9 por ciento en la Bolsa Mexicana de Valores, el cual pareció señalar el principio de una recuperación en los mercados, el índice de precios y cotizaciones ha registrado ahora una caída de 12.93 por ciento en ocho jornadas consecutivas de baja. Ya la idea que sostenían algunos de que poco importan a la economía real las caídas del mercado bursátil ha quedado atrás. Hoy sabemos que si caen las bolsas se desploma también la confianza, y sin confianza no puede haber una recuperación económica. No hay que tener acciones en la bolsa para ser damnificado de los desastres bursátiles. Pero la experiencia nos dice que, así como no hay burbuja que no estalle al final, no hay desplome que no termine por revertirse.

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