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¡O le entramos juntos..!

el filósofo de gÜémez

ramón durón ruiz

El viejo Filósofo de Güémez, acompañado del “Cotico”, llegó al restaurante del pueblo, después de saludar amablemente a la clientela, se sentó en una silla que estaba más fría que un beso de suegra, la mesera llegó y, después de limpiar la mesa con el paño rojo que portaba en su hombro derecho, preguntó al viejo campesino:

––¿Qué van a querer comer?

––Tráete lo de siempre: un buen caldo de pollo –dijo el Filósofo con la aprobación de su amigo.

Al chico rato, cuando la mesera regresó con el pedido, colocándolo en la mesa, el Filósofo, al verlo muy “chirris”, inmediatamente le dijo:

––¡Oye, m’ija’, este caldo está muy apenitas!

Doña Dubiges, la dueña del negocio, al ver la escena se presentó apenada:

––No sabes lo apenada que me siento por el caldo tan malo que te sirvieron, pero no estás pa’ saberlo ni yo pa’ contarlo, pero la cocinera es nueva y aunque le dije claramente cómo lo hiciera, creo que no agarró la idea.

––¡No, Dubiges! –respondió con su característica ingenuidad el Filósofo–, creo que lo que no agarró ¡fue el pollo!

Creo que, guardadas las debidas proporciones, lo mismo acontece con la política nacional, algunos actores políticos no han agarrado ni la idea ni el pollo de que la actual crisis económica es de tal magnitud que requiere un esfuerzo de todos –empresarios, académicos, dirigentes sociales y sindicales, partidos políticos, gobernantes, etc. –para lograr la unidad.

La crisis económica global nos encuentra con un país de grandes desigualdades sociales, aunque hemos pasado de un México rural –en la Revolución Mexicana– a uno urbanizado en pleno siglo XXI, hemos sido incapaces de encontrar el camino adecuado para resolver el desarrollo agrícola.

Por otra parte, el desempleo y la pobreza impactan de lleno a millones de mexicanos, más los que se acumulen por esta crisis, muchos de los cuales se encuentran en la encrucijada de su vida, migraron al extranjero en busca del sueño americano y de las oportunidades que aquí se les niegan y allá, ahora, se enfrentan al desempleo más generalizado después de la depresión de los años treinta del siglo XX.

Este es el momento en el que nuestros líderes hagan suya la idea de que debemos aprender de las crisis económicas pasadas, pero también de las experiencias ajenas, saber que si continúan las actuales tendencias, nuestra economía seguirá siendo inviable para la inversión nacional y extranjera y, en consecuencia, para el desarrollo económico y para generar los empleos que tanta falta nos hacen.

El pacto “anticrisis” es un pacto político-económico-social al que nos ha convocado el presidente Calderón, con todas las facciones políticas participando; es, en sí mismo, un proyecto de civilidad política, y hoy sería una buena medida, una solución inteligente para apuntalar nuestra endeble economía, y una respuesta sensata a la crisis mundial para superarla y engancharlos satisfactoriamente a un crecimiento económico, el cual se vislumbra difícil para el presente año, más si no lo enfrentamos en un ambiente de unidad.

Este es el momento en que todos los actores políticos reconozcan la gravedad del tema, poniendo fin a las descalificaciones, desacuerdos y confrontaciones que a nada nos conducen, sino a un desempleo más generalizado en los sectores público y privado, al descenso real de los salarios, al crecimiento de la economía informal, etc., y creen un clima político favorable para la inversión que genere una gobernabilidad viable a través de la generación de empleos, y a la vez reduzca la inevitable mortandad empresarial... o le entramos juntos en un pacto de unidad… o nos carga la tiznada. filosofo2006@prodigy.com.mx

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