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Obama, el 'negrito'

GENARO LOZANO

Es fácil olvidar lo difícil que puede ser conseguir algo que parecía imposible y todavía más fácil es sobredimensionar los logros.

Hace menos de 10 meses, las encuestas electorales mostraban que los estadounidenses manifestaban cautela al entusiasmo que despertaba la candidatura de Barack Obama, sobre todo en los sectores más jóvenes de la población. Todavía tres semanas previas a la elección presidencial, las encuestas predecían una elección cerrada, casi un final de fotografía en el que muchos todavía dudaban que Estados Unidos "estuviese listo" para un presidente negro.

Al conocer los resultados de esa elección, en la noche del 4 de noviembre del 2008, más de 72 millones de tele espectadores seguimos en Estados Unidos, y otras decenas de millones más en todo el mundo, el desenlace de una dramática contienda electoral en la que Obama contradecía todo pronóstico. El joven inexperto, educado por una madre soltera, el candidato que había admitido haber fumado marihuana y haberle "dado el golpe", el underdog que había derrotado a Hillary Clinton, no sólo la persona más preparada de su partido para dirigir la Casa Blanca sino además la esposa de Bill Clinton.

Obama había derrotado en las urnas a su rival republicano, un hombre blanco, veterano y héroe de guerra, con décadas de servicio público y de experiencia legislativa. Obama había hecho historia y muchos de los que presenciamos ese momento en Estados Unidos nos fuimos a dormir esa noche pensando en que la mañana del 5 de noviembre amaneceríamos en un nuevo país y en una nueva era.

Y sin embargo, a menos de 10 meses de que Obama asumiera la presidencia de Estados Unidos, una historia casi ridícula se convierte en un balde de agua fría que recordó instantáneamente a millones de personas que la historia de racismo con la que se fundó Estados Unidos y que las actitudes racistas, incrustadas a lo largo de todo el país en todo el enramado institucional del Estado norteamericano así como en la sociedad, no se borraron de tajo con la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro.

Apenas la semana pasada, Henry Louis Gates Jr, un profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, llegó a su casa en Cambridge Massachusetts luego de un viaje por China para darse cuenta de que la puerta principal había sido forcejeada. Gates y su chofer trataron de arreglar la puerta cuando un vecino vio todo de lejos y llamó a la policía para reportar un robo a domicilio. Gates fue arrestado por el oficial James Crowley. La historia se habría quedado ahí si no fuera porque el profesor Gates es negro, mientras que el policía Crowley es blanco.

El presidente Obama tuvo que romper el silencio y tratar el tema durante una conferencia de prensa en la que defendía su propuesta de reforma al sistema de salud. Obama tuvo que hacerlo no sólo porque Gates es su amigo personal, sino además porque, de acuerdo con un reporte del Pew Research Center, las cárceles estadounidenses están sobrepobladas de afroamericanos.

Estados Unidos tiene la mayor población de presos en el mundo. De acuerdo con ese estudio, más de 2.3 millones de personas estaban presas en cárceles federales o locales estadounidenses en el 2008. De ese total, la mayoría son afroamericanos, seguidos por hispanos. De hecho, casi el 12% del total de la población afroamericana que se encuentra en el rango de edad de 25 a 29 años se encuentra presa. En otras palabras, hay más jóvenes estadounidenses negros encerrados en una cárcel que estudiando una licenciatura en Estados Unidos.

Por ello, el simple hecho de que Obama, "ese negrito", como lo llamara el canciller hondureño, haya ganado la presidencia el año pasado no ha sido una varita mágica para mejorar la situación de la población negra en Estados Unidos. La historia del profesor de Harvard saltó a la luz pública e hizo al presidente Obama hablar de ella, pero todos los días en todas las ciudades de Estados Unidos, miles de negros y negras son arrestados por el simple hecho de que el color de su piel resulta sospechoso, al igual que miles de paisanos mexicanos y latinos. Las actitudes racistas están lejos de morir y Obama hace bien en recordarle a los estadounidenses que no basta con haber elegido al "negrito"...

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