“Haces campaña en poesía.
Gobiernas en prosa.”
Mario Cuomo
En la precampaña presidencial de 2008, tanto Barack Obama como Hillary Clinton competían por demostrar quién era el mayor oponente del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Hoy, que se reúnen en Guadalajara con los mandatarios de México y Canadá, ninguno se presenta ya como el enemigo de este acuerdo.
En febrero de 2008, en una presentación de campaña en Ohio, Obama dijo: “No pienso que el TLCAN haya sido bueno para los Estados Unidos… Nunca lo he pensado” (Swamppolitics.com). Obama criticaba a Hillary Clinton, quien en busca del apoyo de los sindicatos cuestionaba el acuerdo aunque en su autobiografía había señalado que el TLCAN era “uno de los éxitos de Bill”, su esposo.
La actitud de ambos ha cambiado. Antes de viajar a México para la cumbre de Guadalajara, Obama declaró que en este momento de crisis económica no debe abrirse el TLCAN a una renegociación.
Obama no es el único político que ha cambiado su posición sobre el TLCAN. El propio Bill Clinton cuestionó el acuerdo como candidato en 1992, pero lo aprobó como presidente en 1993. El proteccionismo es rentable en campaña, pero inviable para gobernar.
En realidad el TLCAN ha sido muy positivo para México y para los Estados Unidos. El comercio exterior entre ambos países se ha multiplicado de 81,498 millones de dólares en 1993 a 377,162 millones en 2008. De un déficit comercial de 1,663 millones en 1993, México logró un superávit de 64,722 millones en 2008 (U.S. Census Bureau, Foreign Trade Statistics).
El sector exportador ha sido uno de los pocos que ha tenido crecimiento en México en los últimos años. Las ganancias económicas y de empleo en México no parecen haber afectado a Estados Unidos, que entre 1994 y el inicio de la crisis de 2008 –crisis que no tuvo nada que ver con el TLCAN-- registró uno de los períodos de mayor expansión y creación de empleo en la historia.
Se ha registrado una declinación en el sector de las manufacturas en la Unión Americana, pero ésta era inevitable ante el tipo de desarrollo de la economía estadounidense. Estados Unidos ha generado empleos fundamentalmente en servicios. Seguramente habría perdido más empleos en la industria si un número mayor de plantas se hubieran ido a Asia en lugar de a México, como habría sucedido sin el TLCAN.
La idea, compartida por Barack Obama, de que el acuerdo comercial ha sido dañino para el campo mexicano es también falsa. La producción de casi todos los productos agropecuarios mexicanos ha crecido de manera significativa desde los años anteriores a la entrada en vigor del TLCAN. Incluso la de maíz, un producto afectado por la fragmentación y la aridez del campo mexicano, ha pasado de 18 millones de toneladas en los años noventa a 24.8 millones en 2008 (Sagarpa). Es cierto que estamos importando maíz, pero es maíz amarillo forrajero, el cual ha permitido elevar la producción de pollo y carne. Por otra parte, en el 2009 las exportaciones de maíz y azúcar a Estados Unidos, ya libres de barreras comerciales, han aumentado de manera importante.
La economía mexicana ha tenido un pésimo desarrollo en los últimos años, pero no es culpa del TLCAN. Los sectores ligados al comercio exterior se han desempeñado bien. Han sido las políticas obsoletas en petróleo, electricidad y la propiedad de la tierra (a través del ejido), así como la falta de buenas instituciones de justicia y gobierno, las que han restado competitividad a la economía mexicana. Estos problemas no se resuelven eliminando el TLCAN sino realizando las reformas internas que la clase política mexicana se ha negado a hacer.
NAVA GANA
Enorme sorpresa en el Consejo Nacional del PAN. César Nava llega de atrás y rebasa a un nutrido grupo de rivales para ganar la presidencia nacional del partido. Una vez más el partido fundado por Manuel Gómez Morín da una lección de democracia a los demás partidos y a la nación.
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