PARÍS.- Hay que verlo pensar,
hablar sin notas ni errores,
en oraciones completas. Hay
que verlo moverse (“igual a Fred
Astaire”, dice Silvia mi esposa). Y
las comparaciones no valdrían, Barack
Obama podría haber sucedido,
sin demérito, a Jorge Washington
o a Abraham Lincoln.
Sucede, sin embargo, que sucede
a GeorgeW. Bush y las comparaciones,
por odiosas que sean, se imponen.
Bush se refería a los Estados
Unidos de América como “la
última esperanza de la humanidad”
y el primer país, no entre pares,
sino en términos absolutos.
Obama se presenta como “par de
los demás”, “socio”, no “jefe”.
Bush favorecía el enfrentamiento
directo contra Irán, contra Irak,
contra “el eje del mal”. Obama, en
cambio, prefiere tender la mano y
ofrecer negociaciones. “Se negocia
con los enemigos, no con los amigos”,
aclara el ex-secretario de Estado
(republicano) James Baker.
Bush emprendió una guerra innecesaria
contra el Irak de Saddam
con falsos pretextos. Irak no tenía
armas de destrucción masiva. Tenía
pozos petroleros para satisfacción
del vice-presidente Dick Cheney,
magnate del oro negro. Bush
permitió el uso de la tortura, la detención
indiscriminada e ilegal de
sospechosos, las prisiones de Abu
Ghraib y Guantánamo. Obama ha
anunciado el cierre de Guantánamo,
la liberación de prisioneros injustamente
detenidos, la cooperación
internacional para recibir a
ex-prisioneros que peligran si regresan
a sus lugares de origen.
Bush permitió -con algunas reservas-
que el Estado de Israel actuara
a su antojo en el Oriente Medio.
Obama ha procedido a conversar
con Siria como primer paso de una
nueva política que puede conducir
a la coexistencia de un Israel al cabo
Estado cliente de Washington,
de una Palestina territorialmente
integrada y de una vecindad -Siria,
Líbano, Jordania, Egipto, los Estados
Árabes-, sujeta a obligaciones
internacionales y a un estatuto de
paz y no intervención.
Ello no significa que la nueva
política exterior de Obama no encuentre
escollos. En Afganistán, la
nueva frontera contra el terrorismo,
Obama no tiene apoyos. El Gobierno
de Karzai es corrupto y débil,
las huestes de Al Qaeda y el Talibán,
huidizas y en Irak mismo, el
Gobierno de Bagdad, librado de tutelas,
puede consolidarse como régimen
unitario o dar lugar a la partición
territorial entre sunis, chiítas
y kurdos, éstos en la frontera de
una Turquía islámica incierta de
sus alianzas mediterráneas y con
Norteamérica.
Acaso los problemas más cercanos
para Obama no sean los que
acabo de mencionar, sino los que le
plantean sus socios. Cercano al primer
ministro británico Gordon
Brown, lejano del presidente de
Francia, Nicolas Sarkozy, ubicada
la canciller alemana Angela Merkel
en el virtuoso medio, ello no resuelve
un asunto central de la
Alianza Atlántica: el proteccionismo
de unos, la apertura de otros.
En todo caso, Obama se acercó notoriamente
al presidente ruso, Dimitri
Medvedev y al chino, Hu Jintao.
Terminada la Guerra Fría, la
ideología se somete a los intereses
económicos, políticos y comerciales.
Pierde por ello la anticuada
pretensión de ver a Cuba como “satélite
soviético” y gana, en cambio,
la aceptabilidad de regímenes de
“capitalismo autoritario” como
China, Vietnam y... Cuba. China, al
fin y al cabo, detenta la cantidad
suficiente de bonos del tesoro americano
como para quebrar, si quisiera,
a los Estados Unidos. Pero
no quiere porque no puede quebrarse
a sí misma. Realidades de la
globalización. La conferencia de
Londres otorgó al desacreditado
Fondo Monetario Internacional (el
rico Pato Macpato global) la misión,
contraria a todo antecedente,
de pasar del crédito restrictivo al
crédito generoso: mil trillones de
ayuda a las economías mundiales.
Veremos si el FMI deja atrás su historial
de favorecer más a las inversiones
extranjeras que a las naciones
independientes. Veremos si
ahora favorece la liquidez en vez
de la larga sombra de la austeridad.
Veremos si se supera el estrecho
“consenso deWashington” y lo
que David Brooks llama “la novela
de la avaricia” y “la novela de la estupidez”,
a favor de un simple (y
complejo) conocimiento de la historia.
Barack Obama ha sido un portavoz
del porvenir histórico en su
gira europea. Ha corregido sustancialmente
los errores de la reciente
política norteamericana. Se ha
presentado como socio igualitario
del nuevo orden económico. Entiende
que de ahora en adelante,
habrá más de una sola gran potencia.
China, Europa occidental, Rusia,
la India, Brasil... Admite las fallas
de la nación norteamericana,
“arrogancia, desinterés... y faltas
de apreciación”. Lo que no admite
es el antiamericanismo automático
tan frecuente -e inútil- en el
mundo. La lección de Obama es la
del diálogo paritario, la búsqueda
de soluciones y el respeto a las diversidades.
Y dice y hace todo esto,moviéndose
(mi esposa tiene razón) con la
elegancia de Fred Astaire. Añado:
nunca se comporta con familiaridad;
siempre con amabilidad. Su
norma es, así, la dignidad. Como
Washington. Como Lincoln.