Comentábamos ayer cómo extrañamos los tiempos en que los clérigos se dedicaban exclusivamente a labores pastorales y a la venta de boletos para pollocoas. Esa había sido su postura durante décadas
Algo así han de estar pensando en Paraguay, en donde un obispo católico dispensado de sus votos por el Vaticano, Fernando Lugo, asumió la Presidencia recientemente
Y aunque Fox concitara enormes esperanzas, sus flaquezas y limitaciones quedaron pronto en evidencia: el campeón de la democracia, quien había logrado la hombrada de echar al PRI de Los Pinos, resultó ser un timorato sin ideas, un sonso mandilón, que dilapidó su capital político en tonterías, y no pudo o no quiso aprovechar el vuelo (y el apoyo ciudadano) que traía para corregir muchas de las distorsiones y lacras que sigue acarreando este país. Para muestra ahí siguen Napito, Elba Esther y Romero Deschamps, que hasta quiere bautizar con su gangsteril nombre la nueva refinería.
Me late que los paraguayos también se van a llevar una decepción marca chamuco con quien creyeron sería una figura histórica. Y es que, a unas semanas de haber asumido el poder, Fernando Lugo ya se ha visto inmerso en un escándalo bastante gordo
Resulta que hace algunos días, una muchacha humilde llamada Viviana Carrillo anunció que Lugo era el padre de su pequeño hijo
Y a los pocos días, ooootra mujer, también de origen humilde, salió con que tenía un hijo de seis años cuyo padre era el mismo Lugo. En este caso la Presidencia se limitó a decir que se harían las pruebas de Ley
Este es uno de esos casos en que la vida privada y la pública quedan separadas por una línea muy tenue. Que un hombre cualquiera, sobre todo uno que había jurado celibato, haya engatusado a un par de mujeres humildes, y ocultado sus resultados, no habla muy bien que digamos de su sentido de la ética. ¿Usted querría a un hombre así como presidente de la república? Es lo que se están preguntando los paraguayos.