A nuestros gobernantes les encanta presumir las obras ejecutadas durante la Administración que ellos presiden. Es una actitud común a todos el utilizar espacios publicitarios, en las calles o en los medios de comunicación -salvo en época de campañas políticas, puesto que la ley se los prohíbe-, para "informarnos" a los ciudadanos lo que con nuestros impuestos ellos "amablemente" han realizado o están realizando. En algunos casos las autoridades de distintos niveles de Gobierno han llegado a disputarse de forma absurda las "gracias" y los "aplausos" del público.
Pero, por lo visto, no se dan cuenta que no sólo es su obligación el utilizar los recursos del erario en beneficio de la comunidad a la que encabezan, sino también hacerlo de forma eficiente y con el menor impacto negativo para los habitantes. En La Laguna, tenemos hoy varios ejemplos de obras que antes del arranque de las campañas de los candidatos a diputados federales eran anunciadas como si ya estuvieran terminadas, cuando en realidad presentan retrasos en sus tiempos de ejecución o, incluso, están suspendidas, y continúan causando molestias a la ciudadanía.
En Torreón, la conclusión de los trabajos de construcción de los paseos comerciales Cepeda-Valdez Carrillo y Juárez-Hidalgo, concebidos como los proyectos torales para el rescate del Centro Histórico, ha sido reprogramada en cuatro ocasiones y el costo de las obras se ha elevado de 106 a 126 millones de pesos. Los principales afectados por los trabajos han sido los comerciantes establecidos del sector, quienes además de enfrentar ya una situación de por sí difícil debido a las crisis económica y de seguridad por la que atraviesa nuestra región, ven ahora cómo la falta de estacionamiento y los innumerables obstáculos que existen para los transeúntes se han sumado a la ya larga lista de motivos por los que los clientes han ido desapareciendo.
Por si fuera poco, los vendedores ambulantes que antes se encontraban esparcidos a lo largo de las avenidas Hidalgo y Juárez, principalmente, y en las calles aledañas, fueron reubicados a "regañadientes", y en el poco tiempo que llevan en sus nuevos lugares ya han convertido los paseos en un auténtico tianguis, con lonas multicolores para cubrirse del inclemente sol, y sillas y mesas para sus comensales en los pasillos por donde se supone deben transitar los peatones.
Sin embargo, pese a la demora, el alza en el costo, la suciedad en los trabajos y el descontento generalizado, las Administraciones del alcalde José Ángel Pérez y del gobernador Humberto Moreira hasta hace unos días peleaban entre sí por colgarse esa oscura medalla.
Otra de las obras que ambos gobiernos presumieron hasta el hartazgo cuando aún podían fue la del Sistema Vial Revolución (SVR). Cabe recordar que este proyecto es el sustituto de aquel adefesio derruido que se llamó Distribuidor Vial Revolución (DVR), y que desde su construcción hasta su destrucción costó al erario 240 millones de pesos aproximadamente. Esta infamia, por la cual ninguno de los responsables directos ha sido castigado, es suficiente como para omitir cualquier tipo de alarde sobre los puentes que se construyen en el bulevar Torreón-Matamoros, el cual, si mal no recuerdo, ya va para 7 años con obras en construcción que, de alguna u otra manera, impiden la libre circulación y afean la principal entrada de la ciudad.
Y aunque apenas la semana pasada se abrió al tránsito vehicular el primero de 10 pasos a desnivel del SVR, desde principios de año el Gobierno del Estado ha bombardeado a la ciudadanía con sus spots adjudicándose orgullosamente la paternidad del complejo vial, sin importarle los peligros por los que tienen que pasar los automovilistas para circular por un bulevar que parece zona de guerra, con escasos señalamientos y pésima iluminación.
Pero del otro lado del río Nazas también se cuecen las habas. Ahí está el llamado "Periférico de la muerte", cuya remodelación, a dos años de haber comenzado, no se sabe si ya terminó o siquiera en qué etapa se encuentra, además de que sus evidentes fallas han propiciado un sinnúmero de accidentes viales, una decena de ellos mortales, y provocado el malestar de los ciudadanos gomezpalatinos y lerdenses. En una clara muestra de insensibilidad, el Gobierno de Ismael Hernández se atrevió a jactarse de esta fallida obra en diversas ocasiones.
También en Gómez Palacio se construye el puente "D1" sobre el bulevar Miguel Alemán, a la altura del teatro Alberto M. Alvarado. Esta obra tiene ya casi año y medio y no ha podido ser concluida. No sólo eso, la semana que recién acaba de terminar se dio a conocer que los trabajos están suspendidos debido a que faltan 15 millones de pesos por invertir, ya que la Federación y el Gobierno del Estado no se ponen de acuerdo sobre quién ejercerá dichos recursos.
No obstante, antes de dejar la alcaldía para irse a competir por la diputación federal del distrito II de Durango, Ricardo Rebollo destacaba como "logro" de su Administración la incompleta obra del "D1".
Si para los ciudadanos ya es sumamente molesto aguantar la presunción de sus gobernantes cuando hablan de "sus obras", lo que raya casi en la ofensa es que intenten tomarnos el pelo presumiendo proyectos inconclusos y mal hechos. Esto es absolutamente insoportable.