Cuando leímos la noticia en la prensa, no pudimos evitar que un largo y sostenido escalofrío nos recorriera a lo largo de todo el espinazo. En un primer momento creímos que se trataba de una pesadilla; o de una alucinación como en la película de Bill Murray sobre el Día de la Marmota.
Pero no, era real: ahí estaban, en negro sobre blanco, las tres palabras malditas.
Luego de que los señorones de este planeta, reunidos en Londres, acordaron un paquete de medidas de todos los colores y sabores para sacar al mundo del pasmo y el telele de la crisis que nos agobia, el primer ministro de la Gran Bretaña, Gordon Brown, salió con su batea de babas: proclamó que aquél era el nacimiento de (¡Gulp!) un Nuevo Orden Mundial.
Lo único que podíamos pensar después de leer aquello le da título a esta luminosa columna: "¡Oh, no! ¡No otra vez!"
Y es que la última ocasión en que leímos tan risueña expresión, allá a principios de 1992, fue usada para proclamar una era de paz mundial, prosperidad universal y ausencia casi completa de conflictos. Ya sabemos lo que ha ocurrido desde entonces.
Y eso que aquella vez quien hizo tan novedoso anuncio fue un tipo sagaz, George Bush "el Menos Tonto", y no una absoluta nulidad como Gordon Brown. Lo que sea de cada quien: cuando George H. W. Bush proclamó el surgimiento de un Nuevo Orden Mundial, al menos tenía razones para el optimismo: la Unión Soviética se había derrumbado como un castillo de naipes, víctima de su ineficiencia y la esterilidad del sistema comunista, dando fin a la Guerra Fría.
Un año antes Saddam Hussein se había llevado una paliza de padre y señor mío, cortesía de las fuerzas de la coalición (más de veinte países) y había pagado carísimo el haber intentado una guerra de agresión y conquista sobre Kuwait. En Europa Oriental y Latinoamérica empezaban a echar raíces procesos democratizadores. Visto en retrospectiva, todo parecía miel sobre hojuelas, y era plausible pensar, en efecto, en una nueva manera de ordenar los asuntos planetarios, olvidando los rencores y pugnas de la Guerra Fría
Bush "el Tonto" echó al cesto el principio de multilateralismo que había sido respetado durante medio siglo. Y el capitalismo volvió a irse de nuevo por el caño, víctima de sus excesos. Así pues, aquellas palabras de Bush "el Menos Tonto", en poco tiempo sonaron a ironía o broma siniestra.
Por eso, cuando otro badulaque como Gordon Brown sonríe al pronunciar esas tres palabras