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Otra vez el Diablo y los veneros de petróleo

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

El que con leche se quema, al jocoqui le sopla. Y la mula no era arisca, la hicieron.

Por eso, la noticia de que se han descubierto nuevos yacimientos petroleros, que nos convertirían en la tercera potencia petrolera en términos de reservas, la verdad no fue recibida con trompetas y timbales. Más bien, con cierta reticencia y resquemor. No pocos sentimos cómo un escalofrío nos bajaba por el espinazo al leer que, una vez más, éramos tentados por la suerte y el espejismo petrolero.

Y es que Pemex anunció que nuevos descubrimientos en la zona de Chicontepec, en los límites entre Puebla y Veracruz, apuntan a la existencia de yacimientos que podrían equivaler a casi 140 mil millones de barriles de petróleo. Reservas de ese tamaño nos pondrían sólo detrás de Arabia Saudita y Canadá.

En muchos países del mundo, ésas serían magníficas noticias. Pero en México ya estamos acostumbrados a que cada nueva riqueza descubierta se convierta en nuevas formas de generación de pobreza, corrupción y desperdicio. Digamos que ya tenemos amplia experiencia histórica al respecto.

¿Cómo olvidar las promesas de José López Portillo, cuando el campo de Cantarell se convirtió en el canto de las sirenas? El resultado fue un ritmo de endeudamiento sin paralelo en la historia humana (mil millones de dólares al mes durante todo el sexenio); una corrupción rampante y descarada, que le dejó muy malas mañas a algunos políticos actuales y a su descendencia real y putativa; y un país quebrado por andar gastando lo que no tenía

Quizá lo mejor de las nuevas noticias es que los yacimientos de Chicontepec no son inmediatamente explotables, dado que no se cuenta con la tecnología para acceder a ellos. Así que vamos a tener tiempo de diseñar una estrategia a largo plazo, para que esa riqueza sea aprovechada realmente de manera prudente, duradera y justa. No como ahora, que se desperdicia en las partidas a los estados, sin mirar hacia el futuro, y siendo ordeñada por alimañas como Romero Deschamps y sus compinches del sindicato petrolero. Si en esas manos puede quedar el potencial de Chicontepec, qué bueno que todavía no lo podamos aprovechar.

Este es el momento de diseñar una política nacional a largo plazo, sin intereses partidistas ni ojitos brillantes de rapacidad. Hagamos como Noruega, que destina un 25% de los ingresos petroleros a prever contingencias futuras. O como los Emiratos Árabes Unidos, que están invirtiendo todo (no muy prudentemente, pero ésa es otra cuestión) en proyectos para cuando ya no haya petróleo.

¿Qué haremos los mexicanos? Si repetimos el pasado, alguna tontería contraproducente. Pero de nosotros depende que la historia no se repita.

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