"Yo le di un golpe a Carlos Andrés Pérez. Pero el golpe de Chávez
Es el golpe del pueblo."
Hugo Chávez
Parecería el régimen más represor y dictatorial del planeta. Se le ha expulsado de la OEA y de la ONU. España se niega a recibir a sus diplomáticos y funcionarios. Estados Unidos ha revocado los visados de los funcionarios y ha suspendido las nuevas visas a los ciudadanos comunes y corrientes. El Banco Mundial y el BID han cancelado los programas de ayuda. Este país, convertido en paria internacional, se llama Honduras.
Pero ¿cuál fue el pecado de los hondureños? Simplemente derrocaron y expulsaron del país a un presidente que, violando la Constitución, buscaba convertirse en dictador con el respaldo abierto de un Gobierno extranjero, el del venezolano Hugo Chávez.
El golpe hondureño, si de alguna manera hay que llamarlo, se realizó sin violencia y con pleno respeto a las leyes e instituciones del país. La decisión fue avalada por la Suprema Corte, ya que el presidente, Manuel Zelaya, se negó a obedecer los fallos que prohibían que preparara su reelección. El ejército, de hecho, derrocó a Zelaya por instrucciones de la Corte después que el presidente ordenó la destitución del comandante de las Fuerzas Armadas por haberse negado a violar la Constitución. El Congreso Nacional respaldó por abrumadora mayoría la decisión de la Corte y nombró presidente interino, según lo manda la Constitución, al presidente de la legislatura, Roberto Micheletti.
El grupo en Honduras que apoya a Zelaya, que según las encuestas es minoritario, ha realizado con entera libertad paros y movilizaciones. La Policía sólo intervino, como lo haría en cualquier país democrático, cuando los manifestantes bloquearon carreteras o intentaron tomar el aeropuerto de Tegucigalpa. Los medios de comunicación han estado divididos. El pueblo hondureño ha podido escuchar los dos lados de la discusión.
De conformidad con la Constitución, el 28 de junio comenzó, antes del derrocamiento de Zelaya, un nuevo proceso electoral en el que participan seis candidatos a la Presidencia con ideologías muy diversas. Las elecciones tendrán lugar el próximo 29 de noviembre.
La ONU y la OEA, sin embargo, han señalado que no aceptarán como válidas estas elecciones, independientemente de su limpieza. La única solución posible, dicen, es la restitución de Zelaya, quien mantiene actividades y viaja por el mundo con dinero del Gobierno venezolano.
El tratamiento a Honduras no se da a países abiertamente dictatoriales. El Gobierno cubano de los hermanos Castro tomó el poder por las armas y nunca ha tenido elecciones libres. En Venezuela Hugo Chávez ha cambiado la Constitución para eternizarse en el poder y ha violado de manera sistemática los derechos individuales. China, Irán, Corea del Norte, Zimbabwe y Arabia Saudita violan los derechos políticos de sus ciudadanos, pero a ninguno se ha aplicado una política de exclusión como a Honduras.
México también puede ser cuestionado. Aquí mujeres indígenas pueden ser encarceladas durante años sólo por ser mujeres e indígenas. Un candidato perdedor cuestionó la limpieza de las últimas elecciones presidenciales y se ha autodenominado presidente legítimo. Las instituciones mexicanas consideraron como triunfador al actual presidente Calderón, pero también las hondureñas han considerado como legítimo a Micheletti. Si el Gobierno de México no acepta que las instituciones de Honduras determinen quién debe gobernar ese país, ¿no debería entonces permitir que la comunidad internacional y Hugo Chávez decidan quién es el presidente legítimo de México?
Me parece muy positivo que Juanes y otros artistas, como Miguel Bosé, se hayan atrevido a dar el concierto Paz sin Fronteras en Cuba a pesar de la oposición de la derecha cubana en Miami. Pero me pregunto cuál habría sido la reacción internacional si, en vez de Cuba, estos artistas hubieran elegido dar su concierto en Honduras.
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