Liberté se escapó de su casa los 16 años para, literalmente, convertirse en un trotamundos.
¿Cómo es que un adolescente quebequense de clase media (un poco rebelde) a la vuelta de 30 años posee una fortuna personal de 2 billones y medio de dólares y una empresa que genera unos 550 millones en ganancias anuales según la revista Forbes?.
Así es la vida de Guy Laliberté (Canadá, 2 de septiembre de 1959), quien no comenzó esta aventura con la idea de hacerse millonario, sino de hacer circo callejero. Quizá por eso su fortuna suene excéntrica, tanto como su afición a los campeonatos de póker en los que —se rumora— ha llegado a perder 7.3 millones de dólares en tan sólo una noche.
Liberté se escapó de su casa los 16 años para, literalmente, convertirse en un trotamundos. Primero tocó la armónica en un grupo de folk llamado La Gueule du loup, pero eso sólo fue el preámbulo para encontrarse con su vocación: los espectáculos callejeros. Se convirtió en un especialista en la disciplina de tragafuegos dentro de una compañía con la que recorrió varios países de Europa.
Nada en su biografía hubiera podido adelantar su carrera como cirquero, ya que su madre era enfermera y su padre burócrata en una fábrica de aluminio. Nació en Quebec el 2 de septiembre de 1959 y desde joven se alimentó su leyenda a partir de un montón de anécdotas que rayan en el heroísmo.
Se dice que durante su primer viaje a Europa llegó a Londres, donde pasó la primera noche en una banca del Hyde Park y usó su acordeón como almohada. También se dice que aprendió el oficio de tragafuegos para comprar comida.
Lo cierto es que de regreso a Canadá fue contratado por el ayuntamiento de Montreal para montar un espectáculo por el 375 aniversario de la ciudad. Y que luego tomó el riesgo de su vida: invertir todo su dinero en un espectáculo para el Festival Anual de Artes de Los Ángeles.
“Si fracasábamos no tendríamos dinero ni para la gasolina de regreso”.
Pero no sólo reunió dinero para la gasolina sino para fundar la compañía Circo del Sol, en la que aplicó todo lo que había conocido en sus viajes por Europa, en donde tuvo contacto con artistas callejeros diversos. El concepto era sencillo y al mismo tiempo novedoso: un circo sin animales y que, por el contrario, tuviera un hilo conductor, una historia alrededor de cada número.
Surgieron así 20 shows cada vez más complejos y espectaculares, cada vez más conceptuales y estéticos. Al mismo tiempo, la fortuna de Laliberté era más abultada y su vida se hacía más apegada a los límites del hedonismo.
Según un libro que se publicó a principios de este año por el periodista Ian Halperin, Guy organizaba cada año una fiesta que duraba, mínimo, dos días, aunque algunos testimonios hablan de una semana entera. El libro recoge testimonios de algunos convidados que aseguran que Laliberté preparaba su casa para recibir a sus invitados con cocteles de drogas, botellas de vino cuidadosamente seleccionadas y habitaciones especialmente habilitadas para tener sexo con tres o más personas.
Halperin cita por ejemplo a Abby, una bailarina de Las Vegas que era invitada habitual:
“Todo estaba permitido. Había carpas, casas rodantes y piezas instaladas para poder dormir. Ocurrían muchas orgías. Tomamos muchas drogas. Era toda una experiencia”.
En realidad, nada de eso tiene que ver con la actividad del Circo del Sol, que continúa boyante. Hasta hoy, se calcula que más de 80 millones de personas han visto alguno de sus espectáculos, y el show ha ganado premios tan diversos como Billboard, Emmy y Drama Desk, lo cual demuestra la versatilidad de sus espectáculos.
Actualmente, Circo del Sol tiene una estructura que funciona bajo su propia dinámica mientras que a Laliberté se le nota cada vez más alejada del proceso de creación artística de los shows.
El año pasado, la empresa de auditores Ernst & Young le entregaron el premio como el Empresario del año en un concurso en el que participaron otros 39 empresarios de todo el mundo.
El jurado, compuesto por ocho auditores independientes, señalaron en el nombramiento: “Desde su fundación en 1984, el Circo del Sol, que ha revolucionado la idea de lo que es el circo, ha estado de gira en más de 100 ciudades y cuenta con espectáculos permanentes en Florida y Las Vegas”.
Guy Laliberté se prepara ahora para visitar el espacio y convertirse en el primer turista espacial, luego de haber pagado 35 millones de dólares por viajar a la Estación Espacial Internacional.
Nada mal para alguien que empezó como un adolescente que dormía en las bancas de Hyde Park con su acordeón al hombro.
