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País en bancarrota

EL COMENTARIO DE HOY

Para algunos países, representa entrar al mundo de la modernidad, la globalización y la interconectividad universal. No me lo van a creer, pero hay lugares en este planeta en que esos restaurantes con los arcos dorados en donde se venden hamburguesas y cajitas felices (que hacen profundamente infelices a los padres de los chiquillos) han sido recibidos como si del Mesías se tratara. Las explosiones de histeria colectiva de algunos pueblos, aliviados porque al fin podrán morir de colesterol en el Siglo XXI, son dignos de llamar la atención.

Entonces imagínense qué sentirán los islandeses ahora que el gigante transnacional ha decidido salir definitivamente de ese país. No que las operaciones fueran muy grandes: sólo tres restaurantes. Que les daban servicio a 300,000 habitantes. Sí, ésa es la población de Islandia, una remota isla cercana al Círculo Polar Ártico. Y que, para efectos prácticos, se halla en bancarrota. Sí, como país. Lo que según Keynes no puede ocurrir, dado que los Estados son capaces de funcionar con déficit per sécula seculorum, ya sucedió con Islandia.

Lo ocurrido con Islandia y su escasa población (ahí vive la mitad de la gente que en Torreón) fue una combinación de mala suerte, pésima planeación, coletazos más fuertes de lo normales por la crisis internacional y el andar jugando con el fuego del capitalismo salvaje.

Lo cual constituye un brusco, muy brusco despertar para un pueblo en varios sentidos singular, y que parecía encaminado a la prosperidad. Por ejemplo, los islandeses reclaman para sí el haber creado el primer sistema parlamentario del mundo, allá por el siglo X. Si el reunir a varias docenas de vikingos borrachos a discutir quién será el próximo líder ustedes lo consideran actividad parlamentaria, entonces no tengo nada que objetar. De hecho, lo más probable es que esos tipos de hace un milenio hicieran su chamba más en serio y con mayor dignidad que nuestros legisladores.

Islandia es en sí un conjunto de volcanes que emergieron del fondo del mar. Así que la isla está llena de actividad volcánica, solfataras, géiseres y fumarolas. Esto lo han aprovechado para generar energía eléctrica a partir del vapor natural que sale de la tierra. Y el agua caliente de las casas de la capital, Reikiavik, tiene ese origen: no se necesita bóiler. Los ambiciosos planes para que toda la energía eléctrica se generara de esa curiosa manera parecen haberse detenido con la crisis.

Como muchas otras cosas. Lo de las hamburguesas fugitivas es meramente anecdótico, aunque muy indicativo de lo grave de la situación. El problema es que muchos jóvenes piensan seguir el camino de los McTríos, emigrando de un país al que no le ven mu+chas oportunidades. Sí, lo mismo en todos lados. Sólo que en algunas partes peor que en otras.

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