Ahora sí que por sus obras los conoceréis. Los resultados obtenidos por una enorme mayoría de los maestros, en el examen para conseguir plaza, nos dicen más que mil volúmenes sobre lo que está mal en este país. Empezando por lo más elemental: la educación que reciben niños y jóvenes.
Que tres de cada cuatro maestros no hayan alcanzado niveles "aceptables" en el mentado examen resulta francamente pavoroso. Pero el que muchos de ellos llevan ya años dizque enseñando, es simplemente repugnante. ¿Cómo se deja en esas ineptas manos el futuro de un país?
Con otra: que para alcanzar el nivel de "aceptable", bastaba con sacar un poquito más de la mitad de las respuestas correctas. O sea que si la calificación aprobatoria hubiera sido del 70%, como ocurre en muchas escuelas, la cantidad de reprobados habría resultado todavía mayor.
Los resultados, la verdad, no deberían sorprendernos. Desde hace décadas resulta notorio el descenso en los niveles educativos de los alumnos mexicanos. Ello lo puede constatar cualquiera que, como un servidor, lleva más de treinta años tratando de cumplir con la virtud teologal de enseñar al que no sabe. Cada generación parece peor preparada que la precedente. Cada nueva camada es menos competitiva, más desapegada de la realidad social, laboral y objetiva del mundo globalizado.
Hoy en día muchos alumnos de preparatoria son, para efectos prácticos, analfabetos funcionales: son incapaces de explicar con sus palabras un párrafo que han batallado para leer. Y ya no hablemos de sus capacidades de redacción, ortografía y puntuación. Muchos de ellos, evidentemente, no deberían haber salido de primaria, mucho menos alcanzado el nivel medio superior. Pero la mediocridad parece ser la marca de clase del estudiante mexicano. ¿Y cómo no, si los maestros que tuvo eran, la mayoría, de acuerdo a los resultados, una panda de mediocres? Ahí tenemos una primera explicación del altísimo nivel de nuestros políticos: son resultado de un sistema educativo disfuncional, podrido y obsoleto, que sencillamente no cumple con sus objetivos básicos, y que le cuesta un dineral al país.
¿Desde cuándo han estado así las cosas? No temo equivocarme si afirmo que desde hace décadas. Lo que pasa es que ahora sí se están haciendo evaluaciones, y dándose a conocer los resultados. Quizá esos mismos números patéticos hubieran aparecido hace quince años, de haberse realizado la misma prueba.
Los datos son contundentes: nuestro sistema educativo, especialmente en lo que se refiere al elemento humano, simplemente no cumple su función. Y sabemos de quién es la culpa. Pero mientras se le siga haciendo caravanas a una lideresa de la peor estirpe, que ni siquiera sabe leer correctamente en castellano, seguiremos en las mismas: sumidos en la mediocridad. Pobre México.