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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

El activismo del perezoso

¡Nada nos es más provechoso en los asuntos de nuestra vida, que tener muy bien limitados nuestros objetivos! Cuando nuestros objetivos tienen límites muy claros, adquieren un enorme poder.

“Limitación y claridad”, era uno de los consejos que Goethe dio siempre a lo largo de su vida. Nuestra actual sociedad nos ha condicionado de tal manera, que pensamos que actuar en diferentes campos es lo más adecuado. Las universidades nos ofrecen cursos de todo tipo, las empresas contratan a capacitadores de nuevas áreas del conocimiento.

Se nos ha dicho hasta la saciedad, que la información es poder, lo cual es falso. Claro, que si se trata de información privilegiada para un inversionista de la bosa de valores, esto sería cierto, pero sabemos que ese tipo de información privilegiada es la materia de un delito. La interminable información del Internet no es ningún poder, sino más bien, distracciones que minan nuestros poderes naturales.

La proliferación de todo tipo de actividades no le ha proporcionado al mundo ni a nosotros una mejor manera de vivir. Más bien, tanto “activismo” nos ha impedido ser personas verdaderamente activas en aquello que realmente debería importarnos más. EPICURO, el gran sabio griego nacido Antes de Cristo, escribió la siguiente reflexión:

“Nada produce tanto regocijo como el no cumplir muchos cometidos ni emprender asuntos engorrosos ni violentar nuestra capacidad más allá de sus fuerzas, pues todo esto provoca perturbaciones en nuestra naturaleza”.

El gran pedagogo francés Julio Payot defendía la misma idea: no comprometernos en una serie de actividades sin sentido, pues en realidad se trata de un activismo improductivo y desordenado. Para PAYOT, la persona que está dedicada a varias actividades, está demostrando que en el fondo, es un individuo ocioso. GOETHE siempre pensó lo mismo: que la multiplicidad de actividades constituye la prueba de nuestra pereza.

Todo lo anterior es cierto: nada más fácil que dedicarse a muchas cosas y no calar muy hondo en unas cuantas. Las personas que presumen tener una gran cantidad de amigos, lo que en realidad sucede es que sólo conocen a muchas personas, pero que difícilmente tendrán un verdadero amigo entre tantos conocidos. Lo mismo le acontece a los don Juanes profesionales: mariposean entre el bello jardín de una gran cantidad de mujeres, pero por ninguna están dispuestos a entregar sus vidas.

Y es que en el fondo, el que se pasa la vida “conociendo” a muchas personas, probablemente lo hagan porque no se sienten capaces de tener unos pocos amigos que les despierten un gran afecto y confianza. Y a la vez, esos conocedores de muchas personas, no resultan confiables para brindarles su amistad. Esto es parte del estar muy ocupado.

En el terreno de las múltiples actividades, se da en personas que no han encontrado aquello que realmente tenga una verdadera importancia para ellos o sus seres queridos. Son personas que siempre han confundido la “actividad provechosa”, con el simple hecho de estar muy ocupadas. Estas diversas ocupaciones les permiten parecer ante los demás, como personas muy trabajadoras, cuando en el fondo, se trata de individuos perezosos.

En la Grecia de la Antigüedad, se da por vez primera en la historia, el maravilloso fenómeno de que un reducido porcentaje de la población empezó a dedicarse a actividades que les permitieron darle al mundo una serie de reflexiones sobre aquellas cuestiones que realmente eran de trascendencia: los griegos nos dieron la filosofía, poesía, escultura, ciencia, literatura, etc. Hoy en día, hablar de ocio creador, de la contemplación de la naturaleza, de la reflexión profunda que nos permita una mejor manera de vivir, son temas rechazados por los muy activos, por lo reforzadores de una sociedad llena de convencionalismos y de normas que nada tienen que ver con lo mejor de nuestra alma.

La realidad, nos dice CRITILO, es que en esta época nos sentimos inútiles si no estamos muy ocupados todo el día haciendo cosas, aun cuando éstas no tengan la menor trascendencia. Nuestras actuales formas de vida nos impulsan a estar inscritos en organizaciones en las que no creemos. Casi nos vemos obligados a ejercer oficios que detestamos, y nos forzamos a gastar nuestra energía física y emocional en tareas que no son propicias a nuestras tendencias y gustos personales.

Todo lo anterior, nos explica el alto porcentaje de la población de cualquier país del mundo, que vive día a día con todo tipo de afecciones físicas y emocionales: dolores de espalda y de cabeza, ansiedad, miedos irracionales, necesidad del cigarro y del alcohol, depresiones, etc. No se trata, nos dice CRITILO, de renunciar a nuestras obligaciones reales, sino de sacudirnos tanta obligación artificial y sin ningún sentido. Para ello, es necesario adoptar una mayor “simplicidad”, de la que dijo Lessing: “La simplicidad siempre está bien”.

No es en lo absoluto suficiente que sólo cambiemos de forma de pensar: lo que resulta indispensable es empezar a cambiar nuestras conductas y maneras de vivir. Adoptar una nueva forma de vida en que abandonemos el activismo intrascendente y asumamos actividades y responsabilidades con un alto contenido de valor para nuestras vidas.

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