¡YA SÉ, QUE MIS GEMIDOS TE SACAN DE QUICIO!
¿Toda persona gime o solamente lo hace la que siente gozar de una conciencia muy pura y de un buen corazón? No cabe duda, que las personas más sencillas y rústicas son las menos quejumbrosas. Pero entre más asciende una persona en la escala social o económica, más quejumbrosa se vuelve. Una persona gime cuando manifiesta dolor o pena, emitiendo ciertos sonidos o palabras, que a veces se acompañan de llanto o al menos, con ciertas expresiones de dolor lastimero en la cara.
¿Quién puede negar, que hay dolores físicos tan intensos, que arrastran a algunas personas a privarse de la vida? Pero tampoco podrán negar, que hay dolores que muchas personas soportan con una gran entereza y sin jamás quejarse. Y sabemos también de personas, que han hecho de sus constantes "gemidos", su principal lenguaje para comunicarse.
Comúnmente, todo enfermo doliente que se queja, es porque "algo" le duele. Sabe, que sus quejas no le disminuyen en lo más mínimo su dolor. ¿Y entonces, por qué lo siguen haciendo? Si nos fijamos bien, observaremos que siempre que nos quejamos buscamos una finalidad, al menos: con nuestras quejas, experimentamos cierto placer, aun cuando nos quejemos en la más total de las soledades. ¡Pero hay por lo general, otra finalidad: que los que están con nosotros nos compadezcan, y esa compasión es para algunos, todo un tesoro!
Una persona sencilla, una persona del campo, puede sufrir por días o semanas, un fuerte dolor de ciática, de migraña, o de otra cosa. Su comportamiento será muy natural. Podrá caminar con dificultad, pero siempre habrá en esa persona, algo de heroico. En cambio, una persona refinada, culta, o que ha sido muy mimada por la vida, su ciática o su migraña será todo un acontecimiento universal. Todas las personas que se le acerquen, sabrán de inmediato de sus dolencias, y tendrán que aguantar sus gemidos.
Si la persona a la que le duele algo (hombre o mujer) ha sido muy bien tratada por la vida, sus dolores físicos los expresa de manera malévola y colérica. Siente, que es absolutamente injusto que ella padezca de algo de lo que no debería padecer. ¡De pronto, de ser una persona educada y refinada, pasa a comportarse como un ser que no merece lo que le está pasando!
Las personas que gimen con refinamiento, llegan en la mayoría de los casos, a convertirse en verdaderas manipuladoras. Ya no gimen sólo para experimentar placer, sino en muchos casos, para vengarse de personas a las que les guardan resentimientos. Puede ser que el resentimiento sea contra alguno de sus padres o hijos, contra su cónyuge, o al revés.
El quejumbroso, con frecuencia no toma venganza de nada, pero tiene la plena conciencia de que irrita a ciertas personas. Por ello, es muy manifiesto, que el que padece cierto dolor físico, puede estar platicando muy bien con alguna persona y sin expresar la menor queja, pero en cuanto llega una determinada persona, empieza a emitir sus gemidos. Pretende irritarlo, expresarle su resentimiento, o bien, llamar su atención en una clara manipulación.
La persona quejumbrosa, desafortunadamente, con mucha frecuencia no ha tomado conciencia de algo: que sus gemidos irritan, a veces, hasta el desquiciamiento, a personas que le son muy cercanas y queridas. Esto provoca que poco a poco se vayan alejando, alejamiento que a la persona doliente le parece un insulto. Y en vez de que la persona quejumbrosa recapacite y modifique su conducta, más la repite, le imprime mayor intensidad, y le añade una dosis adicional de seguir quejándose con el fin de molestar más.
¿Qué sucede con la persona que gime con la intención de molestar más, y que en lo más mínimo no desea corregir su conducta? ¡No sabemos qué hay en todo este trasfondo, pero sí podemos asegurar algo!: que esa persona, cada vez se respeta menos a sí misma.
Critilo es consciente, que con toda seguridad, los peores dolores en la vida son los físicos. No por nada, a través de miles de años, ha sido la tortura física el método más eficaz para arrancarle a las personas sus más íntimos secretos.
Sabemos también, que por fortuna, los dolores físicos muy intensos duran poco en el tiempo, mientras que los dolores crónicos, son de menor intensidad. Lo que pretende Critilo, es que tomemos conciencia de nuestras quejas, y que sepamos advertir el peligro de cuando nos quejamos por venganza o por el propio deseo de irritar o de manipular.