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Palabras de Poder

JACINTO FAYA VIESCA

DIÁLOGO ENTRE UN PERRO Y UN GATO

¡Ya no te aguanto más: peleamos mucho, vivimos como perros y gatos!, exclamó el Perro. ¡Cómo quieres que vivamos de manera diferente! ¿Qué no te has dado cuenta, que tú eres un Perro, y yo un Gato?

Así han vivido los perros y los gatos, desde que el hombre domesticó a nuestros antepasados hace 10,000 años, le dijo el Gato. Te has vuelto pretencioso, y eso se debe a tus sentimientos de inferioridad, porque sabes que eres un Perro corriente, y no un Perro de raza pura. Siempre has envidiado a los perros de raza fina.

Sí, te es muy fácil hablar de ésta manera, pues tu si eres un Gato de alcurnia, eres un Gato Siamés, le dijo el Perro. Yo no escogí pertenecer a esa raza de gatos, pero realmente creo que soy igual que los demás. Incluso, muchas veces he pensado en que hubiera sido mejor ser un Gato corriente, un Gato de tejado. Los envidio: los oigo maullar en las azoteas toda la noche, conquistan gatitas en todo el vecindario, y a mí, por ser un Gato Siamés, me cuidan en demasía y apenas me dejan salir un poco al jardín.

Tú no te has dado cuenta -le siguió diciendo el Gato-, que eres un Perro corriente en virtud de que derivas de una infinitud de cruzas de todo tipo de razas. Ni vacunas te ponen, pues las innumerables cruzas te han hecho resistente a casi todas las enfermedades.

Pero ese no es el tema. El problema es que peleamos constantemente, insistió el Perro. ¡Mira, no exageres!: no somos solo tú y yo los que peleamos. Nuestros antepasados llevan ya 10,000 años peleando, desde que empezaron a vivir en los hogares de los seres humanos. Si fuera verdad que ya no me aguantas porque vivimos peleando como perros y gatos, no habría hogares en ninguna parte del mundo en que vivieran los perros junto con los gatos.

No es que pretenda -continuó hablando el Gato-, convencerte para que no abandones la casa y me dejes solo. Así como tú, se quejan los perros y los gatos que viven juntos en millones de hogares de seres humanos. No temo que dejes la casa, pues si te fijas bien, los perros callejeros y los gatos de tejado no son los que abandonan las casas por su propia voluntad, sino son aquellos que los corrieron de las casas, o los que no tuvieron la suerte de ser adoptados por los humanos.

Sí, para ti es muy fácil hablar así -le dijo el Perro-, ya que la señora te mima y no te compra comida en bultos, sino que te dan las sobras de las comidas que comen los señores de la casa. ¡No tienes remedio -le respondió el Gato-,! no se te contenta con nada. Es cierto que yo como sobras de la comida, y me gusta mucho, pero tú comes una alimentación más sana. Además, eres el consentido del hijo menor de los señores, y te saca a pasear a la calle todos los días.

¡Por mí, te puedes ir de la casa -le dijo el Gato-, pero sé que no lo harás! Creo que te quejas de que peleamos mucho, no con el fin de que yo te trate mejor, o porque tengamos conflictos, sino que lo haces, por tu sola costumbre de "quejarte".

Además -siguió hablando el Gato-, si ya no me aguantas, con una sola mordida me habrías matado cuando hubieras querido. Y si yo sospechara que quisieras matarme, ya te hubiera sacado los ojos a puros arañazos cuando estuvieras dormido.

Te pareces mucho -le dijo el Gato al Perro-, a esos matrimonios modernos, que a las primeras dificultades, la esposa quiere irse a la casa de sus padres, o el esposo quiere buscarse una nueva mujer.

Entonces, ¿no estamos tan mal?, le preguntó el Perro. ¡Claro que no, le respondió el Gato! Como te dije, los perros y gatos se vienen peleando desde hace 10,000 años, y no ha pasado nada, y la realidad, es que han sido muy felices. ¿Qué no recuerdas, que nosotros jugamos todos los días? En cambio, las personas se pelean por todo, y sin importarle sus vínculos: los hijos contra los padres, los esposos y hermanos entre sí. Lo que sucede -siguió hablando el Gato-, es que en el mundo de hoy se ha incrementado enormemente la intolerancia, las personas ignoran que toda relación conlleva ciertas dificultades. Además, las personas de hoy son más intolerantes en todos sentidos. En cambio, nosotros, los perros y gatos, en más de 10,000 años no hemos tenido ni una sola guerra.

¿Te acuerdas dónde quedó la pelota? -le preguntó el Perro al Gato. No recuerdo, ¿y por qué me lo preguntas?, le contestó el Gato. Es que ya me fastidie de platicar -y quiero que juguemos con la pelota- le contestó el Perro.

Critilo está seguro, que los animales nos brindan excelentes enseñanzas.

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