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Palabras de poder

JACINTO FAYA VIESCA

EL NUEVO DIOS DE LAS NACIONES DESARROLLADAS

Las sociedades desarrolladas, y aun las que presentan una fractura grave como México, con veinte millones de personas viviendo en la "pobreza alimentaria" y treinta millones más viviendo en la "pobreza patrimonial", han creado un nuevo dios: el dios del bienestar y del consumo. Los cincuenta millones de pobres en México no tienen acceso a este dios.

Algo sucedió en las sociedades capitalistas, que aún no ha sido estudiado a fondo. En los últimos cuarenta años, las sociedades desarrolladas de todo Occidente, y Japón del Oriente, empezaron a abandonar con gran rapidez los valores culturales más sólidos, como la unión familiar, las relaciones estrechas con amigos, la vida simple, el apego a sus comunidades, la lealtad, la cooperación, etc.

Ahora, estas sociedades han hecho de los placeres físicos y de la comodidad, la meta fundamental de la existencia personal. El bombardeo de ofrecimientos para brindar placeres físicos y sensuales están a la vista: los anuncios de playas y de todo tipo de lugares turísticos, en los que destacan los cuerpos de mujeres hermosas, hoteles de lujo, restaurantes de ensueño.

Distracciones de toda clase, y ofrecimientos que aseguran un confort único y un despertar de los placeres sensuales como jamás nadie lo había soñado.

Estas sociedades se han convertido en el campo más propicio para rendir culto al "hedonismo", en su máximo esplendor. El dios del hedonismo y del consumo está suplantando a pasos acelerados, toda una cultura de valores que a Occidente le tocó ir formando durante los últimos 2500 años, y que se originó en Grecia.

Pero es impresionante la paradoja: a mayores goces sensuales, mayor tristeza; a mayor consumo, más desenfreno por consumir más; a mayores distracciones, aumento de la angustia; a mayor riqueza personal, mayor decepción y soledad; a mayor bienestar de sensaciones físicas, aumento en las depresiones emocionales.

La adicción al consumo desenfrenado, la ansiedad por probar las promesas del hedonismo, el gasto en placeres, la satisfacción de necesidades inventadas, ha ocasionado vidas frustradas y un alejamiento veloz de la felicidad. Los estoicos de la Grecia y Roma Antigua tenían razón: la riqueza, el lujo, el dispendio, y el goce de todos los placeres, mata la felicidad tan deseada.

Nuestra sociedad abandonó la tarea de pensar y de una vida simple, y de afirmar los valores tradicionales que dieron estructura y fuerza a nuestra nación. Y la suplantó por una serie de costumbres que cada día enferman más a nuestra sociedad: drogadicción, alcoholismo, rompimiento familiar, adoración por el dinero, codicia enloquecedora, insolidaridad, abandono y desconocimiento de nuestra historia, rechazo a la identidad nacional y una adopción a un universalismo ininteligible.

Nuestra actual sociedad privilegia los factores de la competitividad, la rivalidad, y el éxito a toda costa. Estos factores exacerban la envidia, los celos, los sentimientos de inferioridad, el odio, la codicia y la desesperación por alcanzar el triunfo, no importando caiga quien caiga. Todo esto crea la lucha a muerte entre iguales, el desplazamiento de los menos afortunados, la destrucción de la cooperación y la ayuda mutua, el aniquilamiento de la solidaridad y del concepto de grupo y de comunidad.

La competencia desenfrenada y la victoria del más rapaz, ha incentivado el gusto y el placer por aplastar al otro y a la competencia. Y con esto se incrementa el sadismo y el perverso gusto de verse en la cima y al otro tirado en el suelo.

Todo esto viene a crear la ilusión que la mejor de las vidas es la del éxito personal. Crea la fantasía de que la satisfacción personal y nuestra autonomía demuestran el valor de una existencia lo más personal que sea posible, y lo más alejado que se pueda de todo lo que implique solidaridad y compromiso con los otros.

Critilo observa, que el nuevo dios del hedonismo y del consumo enajenante, y de vidas encerradas en un enfermizo individualismo, han pretendido "privatizar" la felicidad. La felicidad ya no es cuestión de grandes propósitos colectivos ni de una saludable conciencia social. La felicidad, ahora, es cuestión de "cada quien", del más hábil y del más depredador.

Esta nueva manera de vivir, es el fundamento del pronóstico de la Organización de las Naciones Unidas: para el año 2020, la depresión emocional habrá invadido al treinta por ciento de la población mundial, con consecuencias desastrosas para las naciones y para las vidas privadas de varios miles de millones de personas.

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