¡NO!
No quiero que me contaminen de gérmenes con sus manos, ni tocar cosas sucias del mundo exterior! La persona que tiende a ser acumuladora de dinero y de todo tipo de bienes, ya la habíamos descrito en columnas pasadas. Pues bien, otro aspecto del que tiende a acumular, es protegerse del “mundo exterior”. Y una de sus formas predilectas de esta protección, es lavarse las manos de manera compulsiva. Para el acumulador, todo lo que no pueda controlar, constituye una amenaza.
Como él se siente puro, y lo externo es sucio, evitar al máximo el saludar a otras personas, y constituye para él un “horror” el poder darle la mano a un vagabundo. Como los gérmenes no puede verlos, y presume que el mundo exterior es sucio, su tendencia es aislarse.
El acumulador cree de la manera más irracional, que puede controlar su pequeño “mundito”, observando un estricto orden en la colocación de las cosas. Si se trata de su escritorio o de su recámara, cada cosa tiene un lugar exclusivo, y no puede cambiar de esa posición. Si alguien le mueve sus objetos, puede estallar en ira y hacer berrinches propios de un niño.
Otro rasgo que encontramos en el acumulador (hombre o mujer), es que guarda cosas que jamás necesita, y si le dicen que en realidad no las necesita, siempre responde de la misma manera: “pero algún día las puedo necesitar”.
Además, también se trata de individuos obsesionados con la puntualidad. Si quedan de verse con algún amigo, y ese amigo llega tarde a la cita, se siente desairado y les cambia el humor. Si estos “obsesivos del tiempo” llegan a la hora acordada, pero la otra persona se retrasa algunos minutos, súbitamente su humor les cambia. Ellos creen, erróneamente, que cambiaron de humor por que el otro los desairo. Pero su humor no les cambia por sentirse desairados solamente, sino que al no sujetarse la otra persona a su “obsesión por la puntualidad”, sienten que ya perdieron el control.
Perder el control del mundo exterior, irrita, desconcierta y causa pánico al acumulador, pues éste cree que debe de tener el total control de aquello que lo rodea o de las personas con las que se relaciona. El acumulador, inconscientemente, tiende a creer que lo más seguro para él en todas las dimensiones de su vida, es “dominar el mundo exterior”, aún y cuando ese mundo esté circunscrito a un mínimo de contactos con personas y cosas.
Baltazar Gracián, decía que hay personas con un carácter tan anómalo, que siempre tienden a decir que “no”. El decir “no”, es negarse a todo: a no dar dinero, a no prestar servicios a su comunidad, a no ayudar a un amigo, a no comprometerse con “nada”. Y en el fondo, el acumulador dice “no”, como una instantánea reacción para defenderse de los peligros del “mundo exterior”, aun y cuando su mundo sea un precario “micromundo”.
Critilo nos dice que las personas acumuladoras pueden llegar a curarse; pero para ello sería indispensable que un profesional de la salud mental les hiciera ver las causas de su serio trastorno; causas que siempre están en los primeros años de su infancia, dada la mala educación que recibieron de sus padres. Y Critilo nos advierte, que con acumuladores sólo podremos entablar una pobre relación personal, y que en caso de que necesitemos una gran ayuda de su parte, en la mayoría de los casos recibiremos como respuesta un ¡”no”!.