SOY EL TIEMPO, Y SI QUIEREN, ME PUEDEN VER Y TOCAR
Soy el Tiempo, es decir, la duración o continuada existencia de las cosas. Soy la fuente de melancolías profundas, cuando los hombres miran al pasado. Y soy también la desesperación enloquecedora cuando las personas ocupan su imaginación en forjarse temores y espantos sobre su futuro.
Los humanos no tienen conciencia que su vida está hecha de Tiempo, y no obstante esto, hay quienes defienden un peso como si se tratara de mil, y en cambio, permiten que muchos les arrebaten su Tiempo: todos se sienten con el derecho a quitarles su Tiempo, y como el hombre no sabe de su inmenso valor, permite que los demás se lo quiten de mil maneras.
Y algo aun peor: siendo yo, el Tiempo, el corazón y la sangre de la vida, los hombres de la manera más negligente y torpe, pretenden guardarme en redes y cedazos, escapándome fácilmente, dada la insensata y viciosa negligencia de los hombres, al no saber cuidarme como lo que soy, más valiosa que la más valiosa de las gemas. Guardan sus joyas y baratijas en cajas fuertes, y a mí me tiran por el camino, como si nada valiera.
Es tanta la torpeza y confusión de los hombres, que siempre se quejan de no tener Tiempo, sin saber que toda persona goza del suficiente, sólo que me desperdician con su negligente inactividad, y haciendo cosas sin importancia. Están en todo, menos en lo suyo. La dejadez, la curiosidad inútil, el chismorreo, el emplearme en actividades improductivas les hace pensar que carecen de Tiempo.
Los seres humanos son tan inconscientes, que no se percatan de que cada día van muriendo, que el Tiempo se les va terminando y que la muerte cada vez está más cercana. Y me asombra que no hayan descubierto uno de mis grandes secretos: que los años son breves, pero los minutos son largos. Si fueran conscientes de ello, la acumulación de minutos bien aprovechados, les rendirían sorprendentes resultados sumamente provechosos.
Como Tiempo que soy, uno de mis más grandes poderes es que saco a la luz infinidad de cosas que los seres humanos creen que jamás serán descubiertas. Pueden esconderlas por días, meses o años, pero finalmente, yo las expongo a la luz del sol para que todos las vean.
A la gran mayoría de las personas no les importa "perder" su Tiempo, pues no conocen su valor, pero aquellos que sí saben de su inmensa valía, cuando pierden su Tiempo, les queda un dejo de amargura en sus corazones.
Otro de mis fascinantes poderes, es que soy un creador de felicidad para los hombres. Si los convenzo de que llenen sólo una de sus horas del día en una actividad productiva, experimentarán como arte de magia, un esplendor de felicidad que se alargará por muchas horas.
¡Pero nunca dejo de asombrarme de la forma como los hombres me perciben! Unos, moran en el pasado, constantemente voltean para atrás su mirada; a éstos, yo los considero unos verdaderos tontos. Otros, siempre están inquietos por el futuro, tratan de adivinarlo, se atormentan y sufren inútilmente; para mí, este grupo está formado por locos extraviados. Y un pequeño grupo, está en lo suyo, atentos al momento, tomando cada día como viene, aprovechando el momento que les brinda el presente; a estas personas, las considero como verdaderamente sabias.
Nadie ha enseñado a los hombres lo que yo soy. Me nombran constantemente, el reloj les recuerda alguna referencia con el Tiempo, pero en realidad no me conocen, y lo más trágico de todo, es que no saben cómo aprovecharme. ¡Ignoran, que pueden verme, que pueden tocarme con su mano, si sólo supieran que este milagro se produciría si hicieran muchas cosas buenas en provecho de otros! ¡No saben, que su conducta virtuosa, sus buenas obras para los demás, es la prueba más palpable de que en realidad han vivido! Y quien sabe esto, me ve y me toca con su corazón, pues ha hecho de mí, el Tiempo, a su mejor aliado.
Critilo estuvo muy atento a todo lo que el Tiempo manifestó, quedando sorprendido de la manera tan insensata como desperdiciamos el tejido de que están hechas las vidas de cada uno de nosotros, y que es nada menos que el Tiempo.
En este sentido, Critilo cree que una de las reflexiones más valiosas que cada uno de nosotros debe hacer cada día, consiste en cómo llenar una o más horas de cada día, en actividades productivas para nosotros, y haciendo obras buenas para los demás, pues de esta forma estaríamos acariciando con nuestras manos y corazones ese Tiempo que tiene el potencial de hacernos sentir vivos plenamente.