EL SABIO Y EL APRENDIZ
Ayer estaba leyendo al filósofo alemán Nietzsche -le dijo el Aprendiz al Sabio-, y en una de sus reflexiones decía lo siguiente: "Perecemos con más facilidad a causa de nuestros puntos fuertes que a causa de nuestras debilidades: pues en lo que respecta a estos últimos vivimos razonablemente, pero no el que respecta a los primeros" (es decir, a nuestros puntos fuertes).
Leer a Nietzsche siempre nos resulta impresionante -le contestó el Sabio a su amigo-. Nietzsche ha sido una de las personas con más penetración psicológica. Junto con Shakespeare y Dostoievski, podemos asegurar, que son los tres psicólogos más grandes que ha dado la humanidad. Y por supuesto, muy superiores cualquiera de estos tres, al propio Freud, creador del psicoanálisis.
Lo que leíste de Nietzsche es cierto -siguió hablando el Sabio. Falsamente creemos, que con más facilidad nos destruyen nuestras debilidades que nuestros puntos fuertes, es decir, nuestras destacadas capacidades. ¡Mira, te voy a poner algunos ejemplos! Una persona que goce de la virtud de la valentía, es indudable que esa virtud es un "punto fuerte". Pero el valiente lo es en todo, y el frecuente ejercicio de su valentía lo pone en más situaciones de riesgo que a personas que no son valientes.
Te daré otro ejemplo: un corredor de maratón que realmente esté dotado para este tipo de carrera, tratará de recorrer la larga distancia a como dé lugar. Pero su gran capacidad (punto fuerte) como corredor, le hará que se exija cada vez más. Su punto fuerte de corredor forzará su corazón a lo máximo, y ante exigencias tan extenuantes, nada difícil será que pueda morir de un paro cardiaco.
Y es que los "puntos fuertes" de las personas, los estimulan a rendir lo máximo, ya sea que se trate de deportes, profesiones, etc. Un médico cirujano con destacadas capacidades para la cirugía, tenderá a trabajar más, o a intentar técnicas propias en sus cirugías. Esto podría conducir a este cirujano a cometer errores garrafales, que acabarían con su prestigio profesional.
Es cierto -siguió diciendo el Sabio-, que debemos aplicarnos a trabajar en nuestros "puntos fuertes" (capacidades relevantes), pero debemos ser muy prudentes, pues nuestras propias fortalezas nos inclinarán a cometer excesos. Aplicarnos en nuestros "puntos fuertes", nos llena de orgullo y nos deleita, lo que está muy bien. Sólo, que el ejercicio de nuestras grandes capacidades nos exige cada vez más, pudiendo pasar con mucha facilidad a la desmesura. Aquí, cabría muy bien la reflexión de un sabio griego que adquirió en la Grecia Antigua, un enorme prestigio por haber acuñado esta máxima: "Nada en demasía".
En cambio -le dijo el Sabio a su amigo-, "nuestras debilidades" nos resultan menos riesgosas. Por ejemplo, nuestra fuerza física mediana, nada tiene que ver con la enorme fuerza de grandes atletas y de personas normales. Como somos conscientes que nuestra fuerza física no da para tanto, no intentaremos hacer esfuerzos para los que sabemos que no estamos dotados. O por ejemplo, una persona que sabe que su aparato digestivo es débil, no intentará comer desmesuradamente, como sí lo hacen una gran cantidad de personas que gozan de un estómago de hierro.
Los grandes comelones, que gozan en realidad de un sistema digestivo envidiable, tienden a cometer todo tipo de excesos en la comida. Pero los años pasan, y el sistema digestivo ya no es el mismo, o simplemente, los excesos en la comida los cometen con mucha frecuencia. Así, que es lógico, que perezcan más personas que gozan de un estómago fuerte, que otros que padecen de estómagos delicados. Estos últimos, se cuidarán mucho, y los otros, no lo harán.
¡Muy bien, le dijo entusiasmado el Aprendiz a su amigo! Y ahora, explícame esta frase que leí del mismo Nietzsche: "Sólo se es 'fecundo' al precio de ser rico en antítesis".
Te lo voy a explicar con un ejemplo, le dijo el Sabio. Una persona tiene una serie de ideas para vender un proyecto determinado. Estas ideas, son lo que llamaríamos su "tesis". Y su "antítesis", sería que pudiera ver los puntos débiles de su proyecto. Por lo general, nos casamos con nuestras ideas y no vemos sus puntos débiles. En cambio, los hombres muy fecundos y productivos, asumen ellos mismos el papel del "abogado del diablo". Se rebaten a sí mismos, atacan sus ideas aun y cuando están muy convencidos de ellas. Y de esta manera, al final de este auto debate, la persona tendrá más claridad de su proyecto y podrá haber advertido debilidades, que finalmente las hará a un lado, mejorando su proyecto.
Critilo opina, que la vida es tan corta, que necesitaríamos tratar a muchísimas personas (lo que no es posible), a fin de aprender los grandes secretos de la existencia humana. Y Critilo nos dice, que estudiando a los grandes hombres de la humanidad, es una de las formas más certeras y fecundas para aprender las grandes claves de la existencia humana.