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Palabras de poder

JACINTO FAYA VIESCA

LA LIBERTAD EN LA VERDAD Y LA RESPONSABILIDAD MORAL

"Muchas cosas grandiosas viven, pero nada aventaja al hombre en majestad", esto lo expresó el genial trágico griego Sófocles, en su obra griega, "Antígona".

La majestad del hombre estriba en ser libre y en su capacidad de ejercerla. El ser humano está hecho para la libertad. Pero se trata de una libertad que necesariamente tiene que estar vinculada con la Verdad y la Responsabilidad Moral.

Una mosca es más veloz que nosotros, una águila divisa a una pequeña presa a más de cuatro kilómetros, un toro tiene muchas veces más fuerzas que un hombre; pero ningún animal goza de libertad ni sabe de la verdad ni de la responsabilidad moral. Pues, desgraciadamente, en las sociedades de Occidente, hay muchos seres humanos que no les interesa la verdad ni tampoco viven en la libertad. Sus elecciones disparatadas y contrarias a la verdad y a la responsabilidad, son una caricatura de la verdadera libertad. El no comprometernos con la verdad nos impide ser libres, y hace imposible que lleguemos a ser seres auténticos y genuinos.

Una libertad a la carta, en la que aparece un menú de variadas libertades al gusto, como si se tratara de platillos de cocina, es lo más lejano a la auténtica libertad. La medida de la libertad consiste en esa "majestad" que tenemos de elegir, y que al hacerlo, nos da todo para poder justificar nuestras vidas. La vida personal de cada uno de nosotros es algo demasiado serio, de lo que depende una justificada trayectoria de vida lograda en valores y serias responsabilidades personales y sociales.

Los últimos años del siglo XX y los primeros del actual, se caracterizan por una monstruosa confusión de lo que significa la libertad. El Gobierno de los Estado Unidos, en base a su libertad como él la entiende, inventó el concepto de "guerra preventiva", para así poder justificar el asesinato a más de seiscientos mil civiles en Irak, según ellos para defender la libertad, cuando la verdad es que lo hizo para quedarse con todo el petróleo. La libertad de empresas se usó para fusionar empresas multimillonarias y así poder quebrar a cientos y miles de empresas del mismo ramo.

La libertad sexual sin fronteras, ni responsabilidad, se ejerció dejando un saldo de más de 20 millones de niños huérfanos y más de treinta millones de infectados por el Sida. La libertad de comercio indiscriminada ha llevado a que la mitad de los seres humanos del planeta, viva en la pobreza.

La libertad mía, de mí y para mí, aplicada exponencialmente, nos ha dejado insensibles ante la muerte de más de cien mil niños cada día, por desnutrición, enfermedad y hambre.

Critilo nos dice, que debemos partir, como atinadamente lo manifestó el filósofo español Julián Marías: la necesidad del ser humano de establecer una "jerarquía de valores". Porque no todos los valores son iguales de importantes, ni lo mismo da un valor que otro. Si no sabemos esto, estaremos desconociendo la naturaleza de la "condición humana". Solamente la sabiduría ancestral, las opiniones más fundamentales, las ideas más certeras, las creencias que dignifiquen al ser humano, es lo único que nos permitirá establecer una "jerarquía de valores" que nos permita ejercer la libertad dentro de la verdad y de un marco de referencia de valores fundamentales.

Si no llegamos en lo personal y en lo social a un poderoso "sistema de convicciones", navegaremos sin timón ni puerto fijo. Un "sistema de convicciones", es lo único que nos permitirá alcanzar "certidumbres poderosas", que nos servirán para ejercer nuestra libertad a fin de alcanzar la máxima cumbre de "dignidad", y los más eficaces efectos de contribución al bien social. Una "jerarquía de valores", un "sistema de convicciones", y una plataforma de "certidumbres poderosas", serían nuestros referentes para darle un pleno sentido a nuestra existencia personal. No somos seres "para la nada y para la muerte" como lo sostuvo el existencialismo de Sartre y Camus; sino que somos seres para la libertad, la dignidad, y para una vida con sentido pleno.

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