EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

'Para gente sin miedo a saber'

Adela Celorio

Por favor ¡no dispare! deje que llegue primero hasta el final de esta nota y concédame la libertad de disentir ante la convención socialmente aceptada de que cueste lo que cueste, hay que sostener la guerra contra el narcotráfico, que por cierto se alimenta tan bien de la persecución y la publicidad. No es un tema que me guste tratar, pero ante la creciente violencia que estamos padeciendo y el número de vidas que cobra diariamente la lucha frontal contra el narco, me parece pertinente transcribir aquí algunas reflexiones con las que humildemente coincido, de la ponencia que con el título "Para gente sin miedo a saber" presentó Fernando Savater en la pasada Feria del Libro de Guadalajara. "La cocaína era parte de la Coca Cola hasta 1905, la heroína una medicina inventada por Bayer, y todavía a comienzos del siglo pasado, la Organización Mundial de la Salud hizo una declaración de las 10 medicinas imprescindibles, la número uno era el opio. La prohibición de consumir y traficar con estupefacientes nació en Estados Unidos por razones étnicas. Los grupos tipo Ku-Kux-Klan, fueron el origen. Era perseguir el opio de los trabajadores chinos, la marihuana de los mexicanos, el alcohol de los irlandeses. Lo médico no tuvo nada que ver". Y aquí lo más importante y que yo quiero subrayar: "Cuando acabó la Ley seca en Estados Unidos, un día después se acabó Al Capone y las bandas. El día que la gente decida que la droga puede ser un problema privado -como el abuso del alcohol o el tabaco, no será más un problema de la sociedad". "La cruzada irracional, puritana e injustificada contra la droga va a causar la ruina de muchas democracias", declaró más tarde Savater a la periodista Carmen Aristegui.

Nadie queda fuera, a todos nos afecta la violencia y el proceso de descomposición social que ha desatado en el país la tan sangrienta como inútil guerra contra el narco con su altísimo saldo en corrupción, ejecuciones, secuestros, decapitados; y la lógica desmoralización social.

Las incuantificables fortunas que genera (armas, metros cúbicos de dólares, joyas, autos) y de las cuales nos mantienen puntualmente informados todos los medios, son seguramente grandes incentivadores para la curiosidad de nuestros jóvenes consumidores en potencia, y desde luego para las mentes que limitadas por la falta de educación, oportunidades de trabajo, o simplemente porque no conocen otra forma de vida, deciden jugársela en el negocio del narcotráfico. Todo esto sin mencionar el grave daño que la información negativa causa a la imagen de nuestro país, y por supuesto a los saludables ingresos que aportaba el turismo: "Yo iré pero no llevo a mis niños porque aquí se sabe que México es un país muy peligroso", me escribe una amiga canadiense. "Narcóticos, racismo y dogmas pueden hundir a Latinoamérica", asegura Savater, y pues ya lo estamos viendo. Lo paradójico es que mientras el Estado invierte en la narcoguerra recursos que serían imprescindibles para sortear esta nueva crisis, una gran cantidad de mexicanos consume la droga sin ningún pudor.

Como siempre he manifestado, desconfío de la eficiencia de toda prohibición y creo que la labor del Estado es proveer salud, calidad de vida y sobre todo, educación e información para que todo ciudadano esté consciente de los riesgos que implica el consumo de estupefacientes y sea capaz de responsabilizarse por su salud.

Después, si con conocimiento de causa decide suicidarse (nunca faltan güeyes) a punta de cocaína, pues allá él.

No es labor del Estado cuidar a los ciudadanos como si fueran menores de edad y comprometer en ello los recursos necesarios para asegurar el elemental bienestar de todos los mexicanos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 416488

elsiglo.mx