La tormenta de nieve de esa noche decembrina, era una de las más crudas que había caído en los últimos años en Edimburgo, Escocia. Cuando un anciano enfermo cruzaba el puente sobre un arroyo, vio flotar un costal el cual se movía en su interior, intrigado en saber cuál era la causa de ese incesante movimiento, el anciano tomó una rama de un árbol y como pudo condujo el costal hacia la orilla, cual fue su sorpresa que se trataba de un pequeño cachorro cruza de Maltés de tan sólo unas semanas de edad.
Inmediatamente el pequeño cachorro cautivó al anciano que vivía solo y lo adoptó, antes de conocerse, el interés por la vida no le era de lo más atractivo, al vivir junto con "Bobby" su vida cambió por completo, la responsabilidad que tuvo hacia su nueva mascota hizo que la salud del anciano mejorara completamente, sus olvidados alimentos los hacía ahora tres veces al día junto a "Bobby", los paseos a diario mantenían su estado físico, se tornó hasta social, ya que anteriormente no platicaba con nadie y ahora lo hacía con los niños y señoras que le preguntaban por su agradable y simpática mascota, pues hacía reír a los niños, su carácter nato de Maltés le emanaba; simpático, astuto, festivo, inteligente y enamorado del amo.
"Bobby" se volvió muy popular, no había persona que no lo tratara con cariño ya que a todos hacía reír con sus gracias.
La pareja del anciano y el perro eran inseparables, había nacido el uno para el otro, no sólo el amor se da entre seres de la misma especie, sino en seres completamente diferentes donde el amor es el único lenguaje que los une, como lo demostraban "Bobby" y su querido amo.
Al cumplir "Bobby" un año de edad, la salud de su amo fue mermando, ahora más que nunca el anciano se aferraba a la vida, que más por su vida, temía en dejar a "Bobby" desamparado.
Llegó lo inevitable y el anciano murió, siempre acompañado de su fiel amigo, fue sepultado y "Bobby" jamás se separó ni un instante de su querido amo. Temían por la salud del perrito, ya que día y noche se echaba sobre la tumba del anciano sufriendo las inclemencias del tiempo. "Bobby" se alimentaba de lo que le daban las personas en la tumba de su amo y hasta parecía agradecerlo.
En una ocasión lo llevaron cautivo al departamento de salud por tratarse de un posible foco de infección y por no tener dueño. "Bobby" al encontrarse encerrado en las jaulas de la perrera, dejó de comer y de beber agua, como si no le importara más su existencia sin estar al lado de su amo. La noticia corrió como pólvora e inmediatamente los amigos de "Bobby" costearon su licencia sanitaria y se hicieron responsables de su salud y bienestar, más "Bobby" jamás aceptó vivir con alguien, siempre pasaba las veinticuatro horas del día junto a la tumba de su amo.
Transcurrieron quince largos años hasta que "Bobby" murió junto a su amo, de quien jamás se separó.
Todo el pueblo lloró su muerte y en honor a su lealtad le mandaron construir una fuente con la escultura de "Bobby" en bronce que personifica la fidelidad misma, aún se encuentra en Edimburgo, Escocia, adornando las calles de la ciudad.
"Bobby" fue enterrado en el cementerio de la iglesia junto a su amo. ¡Descansa en paz Bobby!
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