Era la primera vez que visitaba "Nieve" la clínica, sus dueños un matrimonio muy amable y cortés, llevaba a consulta a su pequeña mascota "Poodle" de catorce años de edad, de manto blanco como un copo de nieve, buscaban una segunda opinión. Al auscultarla emitía tremendos gruñidos pareciendo una gran fiera a pesar de su diminuto tamaño no llegando a pesar más de tres kilogramos, su dueño la controló a la perfección en sus brazos mientras yo la revisaba, me decía que tuviera cuidado pues de vez en cuando llegaba a morder, hice caso a su advertencia, pues el aspecto era de una abnegada y dócil mascota y los veterinarios de vez en cuando recibimos por confiados una que otra mordida por parte de estos pequeños pacientes.
Al revisarle noté la cavidad abdominal distendida y con dolor, algo de deshidratación pese al consumo de agua, había dejado de comer, presentaba vómito, y pequeños tumores en la glándula mamaria, aparentemente se veía en buen estado físico, la temperatura, ritmo cardiaco y respiratorio se encontraban normales, pero sus ojos y dentadura no podían ocultar su avanzada edad.
No había duda, se trataba de una enfermedad donde urgía una cirugía, expliqué a sus dueños sobre la enfermedad de la pequeña "Nieve", y que era necesaria la extirpación del útero y ovarios, se trataba de una gran infección con presencia de pus, una enfermedad conocida como "piometra", lamentablemente el problema se encontraba muy avanzado debido a la distensión abdominal y desafortunadamente la edad no ayudaba mucho y las complicaciones que ya traía como la deshidratación y el vómito, hacía urgente la operación, no estuve muy de acuerdo con el diagnóstico con el que ya venía, "tumores en los ovarios", como así me lo expusieron, les dije que tomaran su decisión con calma, lo platicaran en familia. Les sugerí que cualquiera que fuese el veterinario que ellos decidieran estaría bien, sólo que no pasara del día siguiente la operación.
Fue entonces cuando me confiaron el porqué de que me hubiesen visitado, la recomendación de una gran amistad mutua entre la familia y un servidor.
Al día siguiente al llegar a la clínica ya se encontraba "Nieve" dentro de las jaulas lista para la cirugía, en ese instante recibí la llamada telefónica de sus dueños, me hacían la recomendación que durante la operación si la veía muy mal, la durmiera para que no sufriera.
Les dije que no se preocuparan, que cualquier anomalía que se presentara yo les avisaría y los tendría al tanto para cualquier decisión, que todo resultaría bien. No cabe duda que trataba con personas conscientes y comprensivas que realmente quieren a sus animales, me quedé pensando.
La ovariohisterectomía, es una cirugía que realizamos seguido los veterinarios dedicados a las pequeñas especies, y no por eso la llegamos hacer de manera rutinaria, pues cada cirugía siempre será diferente en cada paciente; la edad, el peso, la raza, condición del paciente, y sobre todo las complicaciones que se presentan durante la cirugía, pues en ocasiones encontramos cuernos uterinos pletóricos de pus que con cualquier presión revientan como globos y llegan a infectar todas las vísceras abdominales y eso agrava la situación.
Al terminar la cirugía llamé a sus dueños y les dije que podían pasar a verle y si estaba en condiciones favorables se la podían llevar a casa, todo había salido a la perfección sobre todo por la anestesia que es nuestro principal enemigo en los pacientes seniles.
Al llegar sus dueños ya se encontraba consciente y al cargarla empezó a llorar como un niño que ve a sus padres después de haber estado extraviado durante un buen tiempo, se veía bien a dos horas de haber salido de la cirugía.
Les sugerí que se quedara en la clínica y así le podía dar un mejor seguimiento y continuar con el suero y la aplicación de medicamentos por vía endovenosa, estuvieron de acuerdo.
Esa noche me fui muy tranquilo a dormir suponiendo que todo iba de maravilla, esperando una recuperación normal de acuerdo a su edad. Pero cual fue mi sorpresa que al día siguiente la pequeña "Poodle" no retenía ningún alimento ni bebida que le administrábamos, todo lo vomitaba, eso me dio muy mal pronóstico y así fue, a partir de ese momento su recuperación y salud se vinieron abajo.
Lo primero que me vino a la mente fue qué cuentas iba a dar a sus dueños después de haberle visto en plena recuperación, si bien es cierto que les había hablado del post operatorio que era tan importante como la cirugía, y teníamos que esperar las primeras setenta y dos horas para salir de los mayores riesgos de una intervención quirúrgica. Los cuidados y atenciones hacia los pacientes es indistinto para cualquiera de ellos, y de eso depende su recuperación y hasta su vida, sólo que no deja de ejercer cierta influencia cuando se tiene la recomendación de personas que confían ciegamente en nosotros y son de gran estimación.
Cambié el antibiótico, administramos medicamentos para problemas gástricos que era el principal mal que presentaba, pero todo fue en vano, incluso hablé con los dueños para informarle que había presentado su mascota complicaciones y no la podía dar de alta, que sería mejor que permaneciera por otro día más en la clínica, estuvieron de acuerdo y les dije que podían pasar a visitarla. Minutos después presentó nuevamente accesos de vómito y posteriormente dejó de respirar.
Una de las funciones de nuestro trabajo que los veterinarios consideramos más difícil, es hablar con los dueños para comunicar el deceso de su mascota. Quienes nos dedicamos a este trabajo, y damos este tipo de noticias, esperamos siempre diferentes reacciones de nuestros clientes, desde el llanto a las discretas lágrimas, hasta las demandas y amenazas, pero en este caso había tenido el privilegio de encontrarme con los dueños de "Nieve", que resultaron personas conscientes y comprensivas al dar la noticia sobre su mascota, como afortunadamente son la mayoría de los clientes de la clínica.
Cuando pasaron por el pequeño cuerpo de su perrita, cual fue mi sorpresa que la hija de los dueños de "Nieve" había sido mi ex alumna de la secundaria donde imparto clases, ahora convertida en toda una profesionista, siendo un mal momento para recordar viejos tiempos de casi una década, de manera fugaz vino a mi mente la alumna de doce años, respetuosa y muy dedicada a la clase de Biología, que en ese tiempo ya gozaba de la compañía de su inseparable "Nieve".
No me había equivocado en catalogar a los dueños de "Nieve" como personas de buenos sentimientos y tal vez nunca lo digan, pero resultó una mala recomendación con la que venían tan ilusionados esperando a que salvara a su querida mascota.
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