La Reforma Hacendaria por los que Menos Tienen, auspiciada por el presidente Felipe Calderón, que aprobó el Congreso en 2007 y se presentó como un gran avance para mejorar nuestro desempeño económico, alcanzó muy pronto su fecha de caducidad.
El primero de octubre de 2007, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, afirmaba: "Ya este solo hecho -hacer una reforma prospectiva, con visión de largo plazo del país que queremos- hace de la reciente Reforma Hacendaria una reforma diferente y promisoria. Estamos anticipando el futuro con amplitud de miras, no reaccionando de súbito ante una crisis".
Pero el largo plazo llegó muy rápido, porque el 11 de agosto pasado, a menos de dos años de aquella afirmación, se reacciona "de súbito ante una crisis", cuando el secretario Carstens reconoció ante el Senado que nuestras finanzas públicas se encuentran en situación precaria para 2010.
Debido a ello, el funcionario advirtió: "El gasto será menor al observado en 2008, por lo que será esencial proteger los programas esenciales y buscar una mayor eficiencia y calidad en los egresos públicos. El futuro nos alcanzó y es momento de tomar acciones".
El mensaje del doctor Carstens reitera que la crisis global deterioró los ingresos petroleros y no petroleros del sector público, por lo que se requiere utilizar, "con visión y responsabilidad, los tres márgenes con los que se cuenta para administrar las finanzas públicas" que son: deuda pública, medidas de ingreso y de administración tributaria, así como medidas de gasto público.
En lenguaje más accesible, lo anterior significa que para 2010 el Gobierno está considerando incurrir nuevamente en un déficit fiscal, incrementar la recaudación de impuestos y otros ingresos públicos, así como reducir el gasto gubernamental.
Debido a que el año entrante no se contará con los ingresos no recurrentes (cobertura petrolera, fondos de estabilización y remanente de operación del Banco de México) que permitieron compensar la caída de ingresos públicos en 2009, nuestras autoridades anticipan que en 2010 enfrentarán una brecha de financiamiento de cerca de 300 mmp.
El doctor Carstens, por cierto, reconoció en esa ocasión, implícitamente, la irresponsabilidad gubernamental en el manejo de los ingresos extraordinarios del petróleo, tema que he planteado en múltiples ocasiones desde hace mucho tiempo.
Él señaló que: "Si bien el ahorro que se ha realizado a través de los fondos de estabilización ha sido útil para cerrar la brecha, queda patente que estos han sido insuficientes para hacerle frente a perturbaciones como la que observamos. Ello debido a que los límites a su tamaño son demasiado bajos
Es muy probable, entonces, que ante el fracaso evidente de la llamada Reforma Hacendaria, la mezcla de medidas que dejó entrever el secretario de Hacienda incluirá para 2010 un mayor déficit fiscal y algunas novedades en materia de impuestos, alza de precios y tarifas, así como una reducción del gasto. La experiencia nos enseña que la mezcla respectiva estará más concentrada en los dos primeros que en el tercero.
Los criterios adelantados por el doctor Carstens indican que el déficit, moderado según él, atenderá la reducción transitoria en la recaudación tributaria. Su esperanza es que ese déficit se reduzca automáticamente al recuperarse la economía, y regresemos a un presupuesto balanceado en 2012.
No comparto ese optimismo. Considero que los problemas de déficit público trascenderán a esta administración y será un legado incómodo para quien suceda en el puesto a Felipe Calderón.
Por lo que se refiere a las medidas para aumentar la recaudación, el objetivo es subsanar la caída permanente de los ingresos públicos generada por la reducción en la plataforma petrolera. Esto reconoce implícitamente que la llamada reforma energética no tendrá los resultados positivos esperados para compensar, al menos, la declinación productiva del yacimiento de Cantarell.
En dicho contexto, lo más probable es que pesen más los aumentos de precios y tarifas que las modificaciones tributarias, que enfrentarán severas restricciones por parte de los legisladores de oposición.
Finalmente, en lo que toca a un recorte del gasto, no me cabe duda de que se quedará corto frente a la necesidad de ajustar los egresos a una nueva realidad, en la que tanto el precio como el volumen extraído de petróleo son notablemente inferiores a los que financiaron el desbordamiento reciente del gasto público.
Pronto sabremos cómo queda la mezcla de medidas mencionada, pero lo cierto es que los mexicanos sufriremos otra pesadilla fiscal por la irresponsabilidad en el mal manejo de los excedentes petroleros, así como la debilidad política del Presidente, que propició un crecimiento desmesurado del aparato gubernamental