Se supone que las leyes sirven para ponerle algo de orden a las sociedades en que la convivencia con perfectos desconocidos es algo común y cotidiano. Después de todo, cada día hemos de rozarnos con cientos de personas cuyos nombres, intenciones y mañas desconocemos por completo.
Lo que resulta sorprendente es que también hay leyes que se ocupan de las ofensas cometidas no por seres humanos, sino por espíritus inmateriales. Al menos, eso ocurre en Arabia Saudita, donde ya sabemos que lo religioso no está separado de lo mundano.
Resulta que, la semana pasada, una familia de la ciudad santa de Medina presentó una demanda en una corte religiosa en contra de un genio, espíritu chocarrero, íncubo, súcubo, duende, elfo o como se le quiera llamar a esas entidades que proverbialmente no tienen identidad corporal, pero se la pasan molestando a los mortales.
La familia alegó que un genio o jinn (sí, como el de la lámpara de Aladino) se la había pasado molestándolos desde hacía dos años. Empezó haciendo ruidos extraños. Pero a últimas fechas, el endriago ya se ha pasado de rosca, arrojándoles piedras a los niños de la casa, dejando mensajes obscenos en el correo de voz y escondiéndoles los teléfonos celulares.
Sí, yo también me pregunto cómo sonará un genio en un correo de voz. ¿Hablará ronco?
Y sí, yo también aplaudo a quien quiera que desaparezca esos artefactos del demonio llamados teléfonos celulares.
La cuestión es que el tribunal islámico aceptó la demanda, y prometió iniciar una investigación. Por lo pronto, la familia vive en un refugio proporcionado por una organización de caridad.
¿Por qué aceptó semejante caso una corte de justicia, por muy religiosa que sea? Bueno, porque, para empezar, la creencia en los genios es algo muy arraigado en las culturas del Oriente Medio. Pero además porque los genios son mencionados en El Corán, el libro sagrado del Islam. Y si aparecen ahí, hay que tomarlos en serio.
Si el asunto le parece absurdo, hay que recordar que, según la tradición cristiana, fue un ángel el que le informó a María de su milagrosa concepción. Cada quién sus seres fabulosos.
Lo que ignoro es qué va a hacer el mentado tribunal: ¿Exorcizar la casa? No sé si el procedimiento exista en el sistema de creencias musulmán. ¿Ponerle una multa al genio? ¿Pedirle tres deseos?
O, tratándose de un asunto legal, quizá con mandarle un abogado sea suficiente. Esa presencia es para aterrar a cualquiera. Hasta a los genios.