Siempre he tratado de creer en las instituciones. Pienso que un Gobierno que no cuenta con la credibilidad de su población, irremediablemente está destinado al fracaso.
Sin embargo, hay momentos en que dudo seriamente de lo que nuestras autoridades nos dicen, pues la experiencia me indica que suelen recurrir al engaño y no de ahora.
Ejemplos sobran, pero por ahora bástenos con mencionar, la forma en que el IFE estuvo insistiendo en que renováramos la credencial de elector, para poder votar en las elecciones de este año. Muchos lo hicimos, porque era 03; luego se nos dijo que acudiéramos a recoger las nuevas credenciales porque había una fecha límite. Y después de todo eso, nos salen con que "por disposición de la ley, sí van a poder votar los que no renovaron su credencial".
Eso no es otra cosa que mentir, por un lado y premiar la irresponsabilidad ciudadana, por otro.
Tengo para mí, que por cosas como ésas nos volvemos desconfiados y recelamos de lo que las autoridades nos dicen.
Por eso pienso que en este asunto de la influenza, convertida en pandemia, pues afecta a varios países, se está exagerando con propósitos aviesos.
Información digna de crédito, nos dice que este asunto comenzó en el mes de marzo, en una granja de nombre Carroll, en el Cofre de Perote, Veracruz, y que también por allá, en Xalapa, esos casos que se presentaron se limitaban a cinco días de tratamiento y santo remedio.
Nadie dijo nada sino hasta semanas después. Incluso, nada se dijo cuando se confirmó la visita de Obama, lo dejaron que viniera, como si nada pasara y luego salieron con que el caso era muy grave.
Otra información apunta a que se trata de reactivar la industria farmacéutica. Y ni qué decir de los millones de dólares que están entrando al país y de los que el Gobierno no dará cuenta alguna, porque los manejará a su antojo. ¿Algo de esos recursos irá a las campañas políticas?
Creo que estamos en presencia de una política de shock, cuya forma operativa es muy conocida y ha dado en otros casos excelentes resultados.
Así sucedió con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y le sirvió a Bush tanto, que pudo ganar la reelección con facilidad. Todo sobre la base del miedo al terrorismo que se infundió en la gente.
En el caso nuestro, se afirma también, que dado el anuncio que habían hecho los sindicatos nacionales y el grave problema de la mina de Cananea, los trabajadores habían proyectado una gran movilización, que ya se suspendió, por razones obvias.
Me llama la atención, también, el hecho de que los medios de comunicación, tan incisivos que son, no hayan entrevistado a los familiares de alguno de los muertos por la influenza. Se habla de cifras muy bajas de muertos, que, con todo respeto a los difuntos, no justifican la semiparalización del país.
Pienso que algo más, subyace en el fondo de este asunto. Quizá, hasta el hecho de que el PAN sabe que tiene perdida la mayoría de la Cámara de Diputados y esta es una forma de inhibir el proselitismo político, aunque a la larga de poco le sirva, pues entonces operarán con mayor eficacia la estructura partidista que sólo tienen el PRI y el PRD.
La política de shock, está más que probada en épocas de crisis. Y por ahí se dice que si no puedes hacer una guerra, arma una enfermedad y que la gente se asustará, como es lógico.
Sería muy lamentable que a la vuelta de unas cuantas semanas, descubriéramos que todo fue una farsa para distraer la atención de problemas mayores. Porque este asunto no se solucionará el cinco de mayo, como por arte de magia.
Está a la vista que, dentro de este estado de cosas, el Senado aprueba la despenalización de la posesión de drogas para consumo personal y sin mayores protestas.
Vamos a ver qué dicen los diputados, porque es un contrasentido que nos hayamos embarcado en una lucha contra los cárteles de las drogas y al mismo tiempo les autoricemos a que aumenten la distribución legal de éstas, no obstante que la jurisprudencia ya había establecido que no podía penarse esta posesión, pero no es lo mismo que lo diga la Corte en sus ejecutorias, a que se plasme en una ley.
Dos ejemplos más que nos cuenta la historia: Uno, en la epidemia de 1918, el Ejército entraba a las casas y sacaba a los muertos y enfermos terminales y se los llevaba al campo santo en carretas. Incluso se cuenta que algunos moribundos se les levantaban a medio trayecto alegando que aún no morían y los encargados del orden los echaban de nuevo a la carreta, diciéndoles: "Usted ya está muerto. Ni modo que usted sepa más que los médicos". Pero toda la población se daba cuenta de la gran cantidad de muertos que iba dejando aquella epidemia.
A su vez, en Francia, en 2003, hubo una gran cantidad de ancianos muertos, por una tremenda ola de calor y toda la población era testigo del paso de las carrozas y los estragos que el fenómeno causó. Aquí no hemos visto nada de eso, pero sí los efectos del cierre de negocios y las compras de pánico.
Pienso que están aplicando esa política de shock, porque ni las propias autoridades sanitarias son capaces de ponerse de acuerdo en cuanto a cifras.
Por lo demás, "hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".